lunes, 23 de mayo de 2016

LAS CIUDADES INVISIBLES de Italo Calvino

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2 comentarios:


  1. o ¿ha forjado él la ciudad?. Hay muchas clases de seres, de personas. Ninguno somos iguales y aunque seamos hermanos y hayamos vivido momentos y eventos importantes juntos, los asimilamos y transmitimos de distinto modo. Con las ciudades o pueblos pasa igual. A cada uno de nosotros le gusta algo distinto de su ciudad, cambiaría algo que otro no permitiría cambiar y alguno de sus rincones, nos transporta a algún acontecimiento o hecho que nos gusta o no nos gusta recordar. Llamamos “nuestro pueblo”, llamamos “nuestra ciudad”, cuando en el lugar que habitamos, nos sentimos agusto y bien. Cuando cambiamos algo de ella mentalmente, la hacemos invisible para los demás, pero vemos muy claro, a nuestro parecer…, que le sobra “aquello” o le falta “esto”. Pasa entonces que la ciudad es secretamente, más nuestra, porque hemos forjado algo que nos gustaba personalmente y no estaba.
    Al leer “La ciudad y los intercambios (I)”, que es uno de los capítulos de este libro, yo he pensado en el trabajo de una de mis abuelas, pues en la época que le tocó vivir, finales del s. XIX y hasta que emigró con dos de sus hijas a Barcelona, uno de sus trabajos era intercambiar alimentos…: “¡Mujeres…!: no hay vergüenza, no hay dinero… Cuatro pimientos un huevo”. Luego vendía lo que no necesitaba para su hogar, y fue mientras vivió en el pueblo, una muy popular comerciante, contadora de historias graciosas inventadas unas y acaecidas otras, pero todas tan interesantes, que cuando las contaba, paraban sus labores para escucharla mejor, y reían, reían. Poder reír ayuda a los pobres y yo lo evoco con mucho cariño.
    En Eufemia, la ciudad de los intercambios de Calvino, no solo se quiere ir allí, para intercambiar alimentos por bellas muselinas doradas. Eso, nos dice el autor, lo pueden hacer en cualquier lugar. Van allí, porque intercambian sueños y recuerdos en cada solsticio en cada equinoccio y desean ese descanso al que obliga el viaje, para poder recrearse cada uno, en las historias de los otros.
    Todas las ciudades que tenemos ante nuestros ojos gracias a Calvino, por nuestra libertad y recuerdos, las recreamos a nuestro modo.

    Alicante 13/05/2016
    Mª Jesús Ortega Torres

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  2. CIUDADES INVISIBLES

    Creo que Ítalo Calvino ha tenido una doble intención al escribir “Las ciudades invisibles”. La primera intención fue mostrarnos su creatividad y fantasía de la que ha hecho gala en toda su narración, para que conozcamos unas ciudades dentro de su imaginación que han cobrado vida y haciéndolas a cada una con sus distintas peculiaridades mostrarnos lo que podría ser una metáfora de la “Creación” y que los científicos nos tratan de demostrar cada día con sus nuevos descubrimientos, pero que sigue siendo un mito tan visible como lo son para nuestro autor sus invisibles ciudades.
    La segunda quizá, sea la de animarnos a que los lectores de su obra, intentemos algo parecido, aunque no sea tan sutil y metafórico como su narración. Soñar o imaginar… creemos que son nuestras señales inmediatas de vida e inteligencia racional, sin olvidar por ello un instinto que compartimos con las demás especies animales.
    Generalmente, y como factores narrativos, se cuentan tiempo y lugar o lugares. El tiempo se puede contar como presente en la narración, y puede ser pasado o futuro, usándose este último generalmente, en narraciones de “ciencia ficción” que están muy en boga, para indicarnos, como un presagio, nuestra continuidad o avance por nuestros adelantos en técnica y, o, una catástrofe porque además de ir contra nosotros mismos, cuando atacamos a los otros, estamos acabando también con nosotros mismos a pesar de tanto progreso.
    El tiempo de la historia y el tiempo real no se pueden compaginar. En literatura no se sigue el tiempo real (cuando se lee, ya es pasado aunque haya un tiempo real en el relato, novela o cualquier forma literaria escogida). El narrador es heterodiegético: cuenta la historia desde fuera, y en su relato Ítalo Calvino que es el narrador nos cuenta lo que el presiente y adivina en esas ciudades invisibles e imaginadas, pero que pone en el consciente de quienes le leemos, y atendiendo a cada peculiaridad de las ciudades, nos muestra que pueden ser nuestro propio reflejo identificativo, por lo que: ¿Son las ciudades identificativas del hombre? ¿Es la ciudad donde viva el hombre, la que lo forja?

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