PRESENTACIONES

30/05/2016.- Presentación realizada por nuestro compañero JMLH de la novela "LAS CIUDADES INVISIBLES" de Ítalo Calvino.



INTRODUCCIÓN

Estas empezando a leer la novela de Ítalo Calvino, Las Ciudades Invisibles. Relájate. Concéntrate. Aleja de ti cualquier otra idea. Deja que el mundo que te rodea se esfume en lo indistinto. La puerta es mejor cerrarla. Di en voz alta: ¡No quiero que me molesten! ¡Estoy empezando a leer una novela de Ítalo Calvino!
Adopta la postura más cómoda: sentado, tumbado, aovillado, acostado. Acostado de espalda, de lado, boca abajo. En un sillón, en el sofá, en la mecedora, en la tumbona, en el puf. En la hamaca, si hay hamaca. Sobre la cama, naturalmente, o dentro de la cama. O cabeza abajo en postura de yoga, con el libro invertido, claro.
Bueno, ¿A qué esperas? Extiende las piernas, alarga también los pies sobre un cojín, sobre dos cojines, sobre los brazos del sofá, sobre las orejas del sillón, sobre la mesita de té, sobre el escritorio, sobre el piano, sobre el globo terráqueo. Quítate los zapatos primero si quieres tener los pies en alto; si no vuelve a ponértelos.
Regula la luz de modo que no te fatigue la vista. Hazlo ahora, porque en cuanto te hayas sumido en la lectura ya no habrá forma de moverte.
Trata de prever ahora todo lo que pueda evitarte interrumpir la lectura. Los cigarrillos al alcance de la mano, si fumas, también el cenicero. ¿Qué falta aún? ¿Tienes que hacer pis? Bueno, tú sabrás.

   Corresponde este relato, (resumido) a la introducción que para Daniele Ponchiroli, (pag. 23 y24) hace Ítalo Calvino en la novela “si una noche de invierno un viajero”.

                       
     Hace algunas semanas, nuestra compañera MARI CARMEN LEMOS me pidió que presentara el libro que ella había propuesto: Las ciudades Invisibles de Ítalo Calvino. Ella estaría de viaje cuando tocara la presentación. Dije que sí.

    Yo no había leído la novela y el autor no era de los familiares para mí. Recordaba haber leído en su día “El barón rampante” editado por El País en la colección “Clásicos del Siglo XX” y mi mujer me había comentado recientemente algunas impresiones sobre la novela “Si una noche de invierno un viajero”, seleccionada para su lectura en el Grupo Literario al que asiste.

    Traté de comprar la novela en el Fnac, pero estaba agotada. Pude descargarla de Internet y comencé a leerla. Me acomode previamente en mi sillón, siguiendo las recomendaciones de Ítalo Calvino. A la media hora comenté en voz alta: “No se cómo meterle mano a este libro” y mi mujer, entretenida con su móvil, contesto, “Ya”.

   Desde ese instante comprendí que era un libro muy especial, complejo y que valía la pena profundizar en él.

EL AUTOR

Ítalo Calvino (Ítalo Giovanni Calvino Mameli: Santiago de Las Vegas, de la Provincia de La Habana, en Cuba, 15 de octubre de 1923 - Siena, de Italia, 19 de septiembre de 1985).

Durante su infancia, Calvino recibió una educación laica y antifascista, de acuerdo con la actitud de sus padres que se proclamaban librepensadores.
En 1941, se matriculó en la facultad de agronomía de la Universidad de Turín, donde su padre enseñaba agricultura tropical.

En 1943, fue llamado al servicio militar por la República Social Italiana. Calvino desertó y se unió a las Brigadas Partisanas Garibaldi junto con su hermano, mientras sus padres fueron retenidos como rehenes por los alemanes.

Una vez acabada la guerra, se mudó a Turín, donde colaboró en unos cuantos periódicos, se matriculó en Letras (se graduaría con una tesis sobre Joseph Conrad) y se afilió al Partido Comunista Italiano (PCI). Fue durante este período de su vida que entró en contacto con Cesare Pavese, quien hizo que fuese contratado por la editorial Einaudi, donde ya trabajaba Elio Vittorini.

En 1947 publicó su primera novela: Il sentiero dei nidi di ragno, basada en sus experiencias como partisano. Y en 1949, un volumen de cuentos: Último viene il corvo. Las dos obras fueron escritas dentro de la estética del neorrealismo italiano, a pesar de que, especialmente la primera, tiene un tono de fábula.

En 1952 abandonó la literatura realistico-social y picaresca para dedicarse a una especie de narración aparentemente fantástica pero que podía ser leída en diferentes niveles interpretativos. Se trata de la trilogía llamada I nostri antenati, una representación alegórica del hombre contemporáneo. Forman parte de ella tres novelas: El vizconde demediado, El barón rampante y El caballero inexistente. La segunda, quizás la más famosa, es fruto de la decepción ideológica del autor que, tras la Invasión de Hungría por la URSS (1956), había abandonado el PCI y apartado el compromiso político.

Durante los primeros años sesenta, Calvino publicó dos artículos (Il mare dell'oggetività y La sfida al labirinto) en los que enunciaba una poética ético-cognoscitiva que intentaba definir la situación del hombre contemporáneo dentro de un mundo cada vez más complejo y difícil de descifrar. Entraba así en contacto con una corriente naciente de neo-vanguardia, en cuya poética Calvino veía una profundización en las razones de la tecnología y la industria. Posteriormente la neo-vanguardia consolidó sus posiciones de prestigio y el estructuralismo y la semiología se habían convertido en las ciencias sociales a las que todos se referían.

En 1967 se trasladó a París, incrementó su interés por las ciencias naturales y la sociología y entró en contacto con el grupo Oulipo. Il castello dei destini incrociati (1969), La taverna dei destini incrociati (1973), Le città invisibili (1972) y Se una notte d'inverno un viaggiatore (1979), las obras que pertenecen a su llamada época combinatoria, son una muestra de cómo influyeron en Ítalo Calvino estos contactos.

Ítalo Calvino padeció un ataque de ictus cerebral en 1985, en Roccamare de Castiglione della Pescaia donde pasaba las vacaciones. Estaba trabajando en una serie de conferencias que tenía que impartir en la Universidad Harvard (y que serían publicadas póstumamente con el título de Lezioni americane, o en español Seis propuestas para el próximo milenio). Fue llevado al hospital de Santa María della Scala, pero no pudo superar la noche del 18 al 19 de septiembre y murió.

Póstumamente se publicaron, entre otros libros: Sotto il sole giaguaro, La strada di San Giovanni y Prima che tu dica pronto.

La novela: LAS CIUDADES INVISIBLES

   Una vez terminada de leer la novela verifiqué su importancia literaria y humanística. Leo ahora una selección de párrafos de un trabajo: (Reflexiones sobre la Ciudad a la luz de “Las Ciudades Invisibles” escrito por la Dra. Arquitecta Dª Esther Monasterio Navarro)

“Las ciudades invisibles” es un libro complejo y rico en posibilidades de interpretación y lectura. Tal era la intención de Ítalo Calvino al escribirlo. Para él, influido por el estructuralismo y la semiología, no es tan importante el autor como el lector a la hora de dar un significado a una obra literaria (abogará, de hecho, por una cierta disolución o desaparición de aquél en favor de la preeminencia de éste). Si, de acuerdo con el enfoque estructuralista de la semiótica, el significante (la palabra escrita en nuestro caso, o incluso el libro en su conjunto) adquiere un significado en un contexto determinado, diferente al que toma en otro, la lectura de un libro puede realizarse, en cierta manera, con un significado distinto al que existía en la mente del autor, puesto que el contexto del lector es diferente al del autor; incluso el de cada lector es distinto. Ítalo Calvino, siguiendo esta idea, deliberadamente, escribe esta obra para que pueda leerse y comprenderse de muy diversas formas.
Así, existen, por así decirlo, diversos planos de interpretación, generándose una obra en cierto modo poliédrica. Por ejemplo, puede entenderse, en clave puramente literaria, como una re-escritura de “Los viajes de Marco Polo “, junto con la “Utopía” de Tomás Moro, incluyendo a su vez multitud de referencias literarias a obras clásicas y a otras más recientes, y que, además, es en sí una reflexión sobre la propia creación literaria. También es posible una lectura en clave de análisis del lenguaje. Igualmente, puede interpretarse que se trata de una búsqueda del sentido de la existencia. Existe asimismo una lectura posible bajo el prisma de la ecología urbana. O de la relación entre utopía y realidad, casi desde un punto de vista platónico. Otra interpretación, ofrecida por el propio Calvino, es la lectura como crítica a la ciudad y a la sociedad modernas. Por tanto, si el lector en cierta medida destruye y renueva (reestructura) el significado de lo escrito, si, como afirma el propio Calvino, el lector tiene una participación creativa activa en la obra escrita, podemos nosotros hacer una lectura arquitectónica de la obra, lo que nos permite realizar una reflexión sobre la ciudad y sobre la arquitectura al hilo del contenido de Las ciudades Invisibles.
La reflexión final: el arquitecto y el urbanista no pueden olvidar en el diseño de la ciudad al hombre. Esto, que parece una obviedad, no lo es tanto cuando pensamos en la forma en que la ciudad se proyecta. Pero en tantas ocasiones nuestros proyectos se convierten en “racionalidad geométrica”, pero olvidando la “maraña de las vidas de los hombres”. En tantas ocasiones confiamos en que al cumplir cierta normativa estamos dando respuesta a las necesidades (“deseos”, en los términos de Calvino) del hombre. En tantas ocasiones hacemos diseños bellos, (casi)perfectos, completamente funcionales, como ocurría en Eudossia, o en Bersabea, o en Perinzia, pero que, al fondo, no tienen en cuenta al hombre. En todas esas ocasiones nuestro trabajo no da respuesta a sus deseos, no es capaz de adaptarse al cambio, no es capaz realmente de albergar la vida del hombre en toda su potencialidad, sino que, en realidad, muchas veces la limita, le pone impedimentos.

EPILOGO

     Creo que esta novela puede ser fruto de comentarios e interpretaciones varias e interesantes en esta tertulia. El punto de vista del lector, del que tantas veces hemos hablado aquí, es una de los objetivos que el autor pretende potenciar.

     He apoyado la presentación con enlaces a ficheros que se abren desde el Blog del Aula Literaria y que la contienen y soportan.

     Como entretenimiento he insertado vídeos sobre algunas ciudades descritas en el libro, que estando en YouTube, me han parecido con calidad suficiente para recomendarlos.

Doy finalmente las gracias a Mari Carmen Lemos por ofrecerme la oportunidad de descubrir y profundizar esta novela.

Y termino con la última frase de Marco Polo al Kublai Kan:


 “El infierno de los vivos no es algo que será; hay uno, es aquel que existe ya aquí, el infierno que habitamos todos los días, que formamos estando juntos. Dos maneras hay de no sufrirlo. La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de no verlo más. La segunda es peligrosa y exige atención y aprendizaje continuos, buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacerlo durar, y darle espacio”


20/05/2016.- Presentación realizada por nuestra compañera Dolores Ribera de "Mil Grullas" (Yusanari Kabawata)

A) EL AUTOR:

Yasunari Kabawata 

    Antes de comenzar, mencionar algunos detalles previos. Atención a:                                    
1) Los títulos y las traducciones de sus obras. También los nombres de las escuelas
     y/o revistas en las que participó.
   
2) Las diversas publicaciones con el mismo título, primero en fragmentos y luego en
     novelas de algunas obras como por ejemplo Sembazuru (Tres veces: en 1951,
     1952 y definitiva 1958). O viceversa, primero novela, como Yukiguni (1930,
      1945 y 1947y finalmente relato de la palma de la mano, 1968)

3)  Diferencias, a veces radicales, entre biógrafos y/o críticos, al etiquetar al autor o
      a su literatura, los movimientos artísticos y literarios a los que perteneció etc....
     
     ----escuela de la nueva sensibilidad de Yokomitsu Riichi
     ---- sensibilidad japonesa como tradición
     ----neoimpresionismo (imágenes, sonidos, sabores, texturas y olores. “Estampas”
     ----realismo mágico japonés ……etc.….

                                                 ------------------------------------

 Datos biográficos, influencias y obra de Yasunari Yawabata:

   .  Y.Y., Nace en Osaka el 14 de junio de 1899 y fallece por suicidio en Zushi el 16
                de abril de 1972 a los 72 años. Residió principalmente en Tokio, Kioto,
               Kamakura y Zushi.

   . PRIMER JAPONES QUE RECIBE EL PREMIO NOBEL en 1968.
      Según la Academia sueca, por “su maestría narrativa, que con gran sensibilidad
      expresa la esencia de la Mentalidad japonesa

 (John Patrick en “La casa de té de la luna de Agosto”, en 1956 y de un modo desternillante también expresa la esencia de la mentalidad japonesa, esta vez desde el punto de vista de un americano.
. Son dos libros no comparables pero ambos textos, por caminos muy diferentes, nos transmiten las profundas diferencias entre Oriente y Occidente).

 (El té “matcha”, en ambos libros -y en general cuando los japoneses hacen referencia a la ceremonia de té-  se da por supuesto que se trata de té “matcha” aunque no se mencione). 

     En 1917 inicia sus estudios de Literatura inglesa en el Instituto Superior de Tokio en el que obtiene su diploma en 1921 y accede a la Universidad.

     Al acabar sus estudios -de Literatura inglesa- en la Universidad Imperial de Tokio participó en la revista “Nuevo Pensamiento” publicando en ella en 1923 “Una escena de fiesta” y posteriormente “Diario íntimo del decimosexto año”. Este relato o primera novela se escribió en 1913 y 14 cuando su abuelo enfermó, agonizó y murió. Ahí describe con asombrosa lucidez la agonía del anciano.
(Antes, 1906, perdió a su abuela, antes a su única hermana, antes a su madre, 1901,
y antes a su padre médico, en 1900, con un año de edad.
(¿Adopciones tras la muerte del abuelo?). Se mantuvo soltero toda su vida - ¿libre? -.


     .  Y.Y. fue poderosamente influido en su juventud por la época Heian, en la cumbre de la tradición japonesa.

     . En 1.924 fundó la revista “La edad literaria” (o “La edad artística”), en la que publicó en 1925 “La bailarina de Iza”.  Obra todo lirismo y delicadeza, con ecos de las escrituras budistas y de los poetas medievales japoneses que él consideraba “la más elevada literatura del mundo”.
     Los temas (soledad, angustia ante la muerte, búsqueda de la belleza y atracción por la psicología femenina) se repetirán en otros relatos cortos y novelas posteriores.

        El día 1 de septiembre de 1923 se produjo el gran terremoto de Kanto, con graves consecuencias, entre ellas, los incendios que duraron dos días y dejaron arrasada la ciudad. Este hecho ejerció gran influencia en Y.Y.
                  
      .   Una vez acabada la etapa de la revista “la edad literaria”, 1924 a 1927, funda con otros jóvenes la llamada “Escuela del Nuevo Arte” en 1927.

          Es una Escuela neoimpresionista o de “la nueva sensibilidad “Alternativa centrada en el arte, pero distinto al naturalismo japonés y al marxismo (las dos corrientes que imperaban en el Japón de los 20) La “Escuela de la nueva sensibilidad” estuvo muy influenciada por los movimientos artísticos europeos del momento, principalmente, cubismo, expresionismo y dadaísmo. Muy interesada por las imágenes, los sonidos, los sueños etc…

            (En “lo bello y lo triste” muestra, entre otros, un “diálogo” entre la pintura y la escritura, entre el 
 pintor y el escritor.)

           Es un intento colectivo de abrir la cultura japonesa a la actualidad, pero junto con unas formas particulares entre las que destacan la naturaleza, la belleza, la poesía, etc.)
         En 1926 escribe junto con Kinugasa un guion de cine – surrealista-, “Una página de locura” que se encuadra en ese nuevo arte.

       (Ha sido en Japón un film de “reclinatorio” como, digamos, “un perro andaluz, por ejemplo.

Este movimiento ha recibido muchas críticas por “superficial” “solo estético” “occidentalizado” etc.             

   . A Y.Y., le afectó profundamente la guerra mundial (1940 a 1945) y al final de la misma expresó que “En adelante solo escribiría elegías” (poemas trágicos dedicados a los muertos).

          Algunos relatos de libro “Primera nieve en el monte Fuji, -que fueron seleccionados por el mismo Y.Y. y publicados en 1958- como “El crisantemo y la roca” o el propio relato “primera nieve en el monte Fuji”, son buenos ejemplos de ello.  La primera elegía es “Sembazuru” 1951, 1952 y 1958.

  .   1948 se nombra a Y.Y. Presidente del Pen Club y ahí comienza la edición colectiva de sus obras.
    
  . Vivió en Tokio en su juventud y luego en Kioto, Kamakura y Zushi.

   .  Escribió:
                     146 relatos breves entre 1921 y 1972,
                      once novelas y
                      multitud cartas a Mishima durante 25 años. 
                                                       -----------

…...En su obra aparecen, además de su rico mundo interior, los temas:
       la soledad, el vacío, las contradicciones de la sexualidad y la muerte (también de  
       niños y abortos)

….. Según su propia definición, su obra “es un intento de hallar la armonía entre el
      hombre, la naturaleza y el vacío


…... Según Arme Guarne en la introducción a “País de nieve”, edición Zeus 1968:
     “la obra de Y.Y. son poemas en prosa de una perfección y musicalidad    
       excepcionales” 

…. En toda su obra aparece lo que se puede llamar “narrativa concentrada”.

        Un buen ejemplo de ello es la reducción que tres años antes de morir hizo de su novela “País de Nieve”
        (originalmente de unas 250 páginas) a un relato de los de “la palma de la mano” en un intento creativo
        de rebelarse contra la estructura novelística. 

……. También se ha dicho que, en su obra, lo más importante es lo que no se nombra 

Secuencia:

1. - 1923- 1924:  Diario íntimo del decimosexto año.

2.- 1925---1926? La bailarina de Izu (La danzarina de Izu). (30 páginas; T. del alemán)
                                                                  (Breve y delicioso relato de juventud en el que, según mi opinión, ya se aprecia la maestría narrativa del autor. En el mismo se presentan recuerdos líricos y tristes sobre un amor temprano que, sin duda, hacen referencia a la propia vida del autor).
                                                                  (Juego de las cinco fichas. Tablero de Go. Bañossss).
                                                                   (Izu es una península cercana a Tokio. Izu-Oshima es una isla volcánica cercana al sur de Tokio, con ferrys que las unen, y que administrativamente pertenece a Tokio. Se conoce por sus aguas termales. Esta obra es tan importante y conocida en Japón que a los expresos que van a la zona de Izu se les llama odoriko, o sea, bailarina).
                                                                  . . . . . .

                                                                    “-Beba usted primero! Cuando hayamos hundido nuestras manos en el agua, quedará sucia. Después de beber nosotras, las mujeres, el agua no estará ya bastante limpia para usted” ……………pag.223
                                                                   ” A pesar de mis veinte años, hacia ya mucho tiempo que vivía atormentado por mi carácter retraído y solitario hasta que, cuando ya no pude seguir soportando la opresión de mi melancolía, me decidí a emprender aquel viaje a Izu. De manera que me pareció que la divina providénciame otorgaba un inefable consuelo al permitirme escuchar como alguien me llamaba buena persona en el sentido corriente y humano de la palabra” pag.224   
                
 3.- 1930: La cinta roja de Asakuza. (La pandilla de Asakuza).:
                                                              (Vida de las danzarinas de Asakuza de Tokio).
 4- 1933: Sobre pájaros y animales. (Los animales).:
                                                            (Relato corto)
                                                           (Historia de un maniático de los animales).
                                                                       (Algunos críticos dicen que esta es una de sus obras maestras) (¿?)
                                                     
5- 1937, - 1940 y 1947:  País de nieve. (Yukiguni: La novela de la blancura). (247 páginas)
                                                                   (Guerra mundial entre el 1er y segundo fragmento y el definitivo)
                                                                (Reducida a un relato de la palma de la mano en 1969

              “Shimamura se veía a sí mismo viajando por un mundo irreal, llevado hacia el gran VACÍO eterno, fuera del tiempo y el espacio”. Pág.137

                 …” (porque lo primero que le había llamado la atención al apearse del tren, había sido aquel espléndido manto de plata, que resplandecía en lo alto de la montaña, bajo el sol, tan brillante que hubieras dicho que las olas de la luz otoñal chorreaban (?) hasta la tierra. Una alegría radiante brotaba de aquella magnificencia, y algo, en él, se había dilatado secretamente; una voz de felicitación que se decía: "Ah; heme aquí, al fin". Pág. 145

“...se decía que, si el hombre tuviese la piel dura y la gruesa capa de pelo del oso, su universo sería muy diferente. ¿Acaso el hombre no amaba precisamente gracias a la finura de su piel, a través de la suavidad y tersura? Y aquella idea barroca, mientras mantenía perdida la mirada en la montaña vespertina, hizo nacer en él el deseo sentimental de la caricia de una piel humana”. Pág.167

                (Komako, geisha de 19 años) “...En un rincón miserable como este, empiezas a tener mala fama, y se ha terminado todo para ti-se lamentó la joven mientras le miraba-. Pero ¿qué importa? En mi oficio se encuentra trabajo en todas partes. ...........¿de qué puedo quejarme? Después de todo, solo las mujeres saben amar”. pág.190

              (Yoko), “Aun siendo inocentes, los ojos de Yokô poseían una luz capaz de iluminar el trasfondo de todo aquello”. Pág.187

......” Con aquella gravedad que la que nunca la abandonaba, siempre le daba la impresión de que la joven se hallaba en el nudo más secreto y más patético de una tragedia grandiosa”. Pág.196

......” Una sonrisa alta y clara, como su propia voz, que parecía siempre rodeada de infinitas lejanías, en soledad. Una risa que nada tenía de sorda ni de pesada, pero que, no obstante, volvió al silencio después de haber llamado en vano a la puerta del corazón de S.” pág.199   la voz....
               
             (samisen (instrumento de 3 cuerdas), geishas, montañas, balnearios, trenes…)

           “(El hilo se hila en la nieve y se teje en la nieve. Y es la nieve la que blanquea la tela. Toda la fabricación empieza y acaba en la nieve. "La tela de Chijimi: existe porque la nieve existe......... En el País de nieve… “pág.215 y sigs.

            (el ballet europeo. pág.191)

              (.la música refinada de los sentidos, cultivada como filosofía o arte abre las puertas de la libertad personal o sabiduría que llevan a la alegría, la serenidad y la paz o por el contrario solo el doloroso amor, lleno de sacrificio…. ¿El amor más soberano que la carne atormentada que lo soporta?????????)

Yo, Lola, me pregunto si traducción de César Durán en 1961 que he manejado no será tan……tan…...como la de una grulla en la taza de té…) 

                           
6.- 1951, 1952 y 1958: Mil grullas. (Una grulla en la taza de té.  Tema de las mil cortesanas)
      (Se comenta específicamente al final)


7.-  1954: El sonido de la montaña. (El rumor de la montaña.  El clamor de la montaña)

                 Novela fascinante e inquietante.
                   Narrador omnisciente.

                   Trata sobre un anciano (65 años) que va perdiendo la memoria y el respeto de su familia mientras mantiene una percepción extraordinaria de todos y cada uno de los elementos de la naturaleza y sus estaciones (pájaros -, flores -girasoles, orquídeas, bambúes, flor de loto de 2000 años …-, insectos, árboles -ginkgo, arce, cedro, ciruelo, cerezo…-, la lluvia, el viento, el rugido del mar), incluso del sonido de la montaña.
                   Se observan los cambios producidos en Japón tras la querrá mundial. 
                                                          …………

“Kikuko era para él una ventana que permitía la entrada de la luz en una lóbrega casa. Sus lazos sanguíneos no eran como él habría deseado, y tampoco los miembros de la familia eran capaces de vivir según sus deseos personales, así que el efecto de esas relaciones de sangre era de opresión y pesadez. Su nuera ea un desahogo para él. Pág. 42

“Al pasar frente a la entrada de la casa de los girasoles, Shingo y Suichi oyeron la canción
Sous les toits de París -de Lys Gauty-  a través de la tormenta.” pag.48

“……. si tuvieran que salir corriendo, Aihara debería cargar con la anciana sobre sus espaldas.
- ¿no puede caminar?
-Por casa creo que sí. Pero ¿en medio de la tempestad?  Es triste ¿no?
- ¿Triste?
La palabra “triste” en boca de Yasuko, con sus sesenta y tres años, le sonó cómica a Shingo.” pag 51

“Al acercar su cara, la piel, luminosa como la de una muchacha, se suavizó ante sus envejecidos ojos y la máscara cobró vida, cálida y sonriente.
Contuvo el aliento. A unos seis u ocho centímetros de sus ojos, una doncella llena de vida, le sonreía límpida y bellamente.
Los ojos y la boca estaban verdaderamente vivos. Las cuencas vacías estaban ocupadas por pupilas negras. Los labios rojos se habían vuelto sensualmente húmedos. Conteniendo la respiración, Shingo se aproximó rozando la nariz de la máscara con la suya. Las pulilas negras flotaron hacia él y la carne del labio inferior palpitó. Tuvo la intención de besarla, pero se apartó con un suspiro.
Le dio la impresión, a cierta distancia, de que todo había sido mentira. Por un instante jadeó con pesadez.” pág.100

“-...Es un mal bebedor. No se porta nada bien con ella. Le ordenó que cantara para él. A Kinu no le gusta, por lo que no tuve más remedio que hacerlo yo en su lugar. Canté con voz muy baja. Si no hubiera hecho algo para calmarlo, habríamos sido el escándalo del vecindario. Me sentía tan ofendida que apenas podía seguir……Lloraba y entonaba canciones impropias” pag.137o

“A Shingo le parecía muy apropiado que, en la legislación doméstica de la postguerra, la unidad básica hubiera cambiado de padres e hijos a marido y mujer.

-Resumiendo -murmuró para sí-, la ciénaga de marido y mujer debe tener su propia casa.
Con la edad había adquirido el hábito de m uemurar todo lo que le venía a la mente.
La expresión “ciénaga de marido y mujer” significaba que, tolerando los errores mutuos, con los años profundizaban un pantano” pág. 148

(Declaración” de Kikuko a Shingo”pag310) 

8.- 1954: El maestro de Go
               
               (Wilkipedia)
               Descripción de una partida de Go entre el maestro Shusai -la última que jugó – y el joven Minoru. Duró seis meses, la ganó Minoru con las negras por cinco puntos. 
              A Y.Y. le encargaron una crónica que realizó día para una revista; algunas de las páginas de la crónica se transcriben en la novela, así como los diagramas de las jugadas.

              Parece ser que se enfrentan dos personalidades, dos generaciones -con la guerra en medio-, dos maneras de jugar, y, sobre todo, tradición frente a pragmatismo.

           Y dicen que Y.Y, la consideraba su mejor obra (¿?) 

9.- 1954: El lago. (En el lago)

               (Contraportada):
               Historia de una obsesión. Narra la triste persecución de un hombre en pos de una perfección imposible, de una belleza fuera de alcance, consumada. 

10.- 1958: Primera nieve en el monte Fuji (181páginas)

    (Publicada en castellano por Belaqvua en 2007, traducida directamente del japonés por Jaime Barrera Parra).

     Es un conjunto de 10 relatos seleccionados por el propio autor como sus preferidos. En ellos se   
     proponen reflexiones sobre- los sentimientos y las contradicciones humanas, - el ser y la memoria, - las incógnitas de       
     la belleza y- el silencio.

Resaltar:
- Primera nieve en el monte Fuji:
      (pag.110:  .al entrar al agua caliente retornó a Jiro la ternura que siente el hombre hacia la mujer que ha dado a luz a sus hijos)
- Sin palabras:
- Un pueblo llamado Yumiura
- El crisantemo en la roca:
 
 (En la postguerra japonesa un crisantemo se plantaba cada año en la hendidura de una roca como ofrenda a los muertos. …...
   El peso del crisantemo amenaza los arreglos florales. ….
   La piedra antigua como objeto de memoria: “Stupas”, “linternas” ….
 
        La roca de la mujer que espera en la que está plantado el crisantemo es una stupa de una sola pieza.

        Y. Kawabata que escribe este relato en primera persona, habla aquí de su propia muerte. Él vive en Kamakura cuando escribe este relato y en esa ciudad hay muchísimas stupas; el autor muestra su deseo de que su tumba sea una antigua y hermosa piedra que haga sentir a los visitantes su discreta hermosura; y sin nombre.)


11: 1961: La casa de las bellas durmientes. (112 páginas) (T. del inglés)
              

                (Gabriel García Márquez, gran admirador de Yawabata, consideraba magistral
 “La casa de las bellas durmientes” que le inspiro su relato “El avión de la bella durmiente” en 1982 y la novela “Memoria de mis putas tristes” en 2004).

                                                   …………..
           Recuerdos evocados por los estímulos del presente, puros y mezclados unos con otros:
 visuales (piel, cabello, cortinas, colores, ...),
 auditivos (oleaje, a veces calmado a veces furioso…),
táctiles (texturas de la piel/es, del cabello/s, la piedra seca o mojada del suelo, frío, calor.)
gustativos (el gusto-sabor de los labios o la piel, el té de buena calidad…), y
olfatorios (fragancias: humanas - dulces, intensas, saladas, sutiles.), de las flores, de las hojas de los arboles, de la lluvia, del aire, “del olor a leche de un niño de pecho” (que aparece insistentemente en varias obras. El aborto también)

          Violencia y el mal en la humanidad.

           Mujeres -madre, esposa, hijas, amantes, niño de pecho, flores – y la camelia en floración, de cinco colores, pag.56-, pájaros….

           Vejez, soledad, decrepitud, -muerte, suicidio (solo o acompañado, pag.82), asesinato-

“…... ¿qué era lo peor que un hombre podía hacer a una mujer? Las aventuras con la mujer de Kobe y con la prostituta de 14 años, se desvanecían en un instante. Casarse, criar a sus hijas, todas esas cosas en la superficie, eran buenas; pero haberlas tenido durante largos años en su poder, haber controlado sus vidas, haber deformado sus naturalezas, todas esas cosas podían ser malas. Tal vez engañado por la costumbre y el orden, nuestro sentido del mal se atrofiaba” pag. 72

“…” pero lo que flotaba en su mente eran las mujeres de su pasado. Y lo que recordaba con cariño no tenía nada que ver con lo que habían durado sus relaciones con ellas, ni con su belleza gracia o inteligencia. Tenía que ver con cosas parecidas a la observación hecha por la mujer de Kobe:
” He dormido como si estuviera muerta. He dormido exactamente como si estuviera muerta””
pág. 75

         …” Cualquier clase de inhumanidad se convierte, con el tiempo, en humana. En la oscuridad del mundo están enterradas todas las variedades de transgresión” ...pag.83        
                                                            …………...
       Mi opinión: Formalmente perfecta, una obra maestra
       Descripciones impresionistas magistrales en una trama sorprendente, de la máxima calidad y madurez literaria. 
       En cuanto al tema, la vejez, decrepitud, muerte en sus diferentes formas y sus miedos abordados de un modo profundo -y yo diría brutal-. Al mismo tiempo hermoso, con esos contrastes habituales en la escritura de Y.Y. 
      Con una mirada absolutamente masculina de la realidad en general y de la psicología femenina en particular 
(y no solo en esta obra).
      El enfoque del “mal” y la “inhumanidad” …me ha recordado a Hannah Argent

12.- 1962: Kyoto (200 páginas) (T. del alemán)

                     (Yo manejo, en este caso, la traducción del alemán por Ana María de la Fuente en 1969 para Plaza Janes.
                   Y como en otras traducciones que no vienen directas del japonés o que son antiguas, encuentro muchos “errores” o “defectos” que hacen difícil la comprensión de algunos pasajes, sobre todo de los diálogos.
                     En este caso, son impagables las muchas notas aclaratorias al final del libro sobre multitud de datos históricos de Kioto sobre todo del histórico y de sus tradiciones).
                                             
                                                            ---------------------------------

                     Esta obra, dividida en nueve capítulos (1.- flores de primavera, 2.- Monasterio y celosía, 3.- El barrio de las telas, 4.-Los cedros de la montaña del norte, 5.- La fiesta de Gion, 6.- Colores de Otoño, 7.- Verde de Pinos, 8.- Las hermanas a finales de otoño, y 9.- Flores de Invierno) aborda por medio de una trama familiar emotiva a la propia ciudad que es la protagonista de la novela.
                      El Kioto tradicional frente a la ciudad moderna (tras el final de la guerra mundial);
el campo, la montaña, el bosque, los trabajos antiguos - “las artes protegidas”, la recolección del té en Uji etc., - frente a la ciudad.  Las fiestas tradicionales integradas en el mundo de hoy.  Los santuarios, la exposición de flores en los jardines de Heian, los tejedores y devanadoras de hilos, las flores de ocho pétalos de los cerezos de Omuro llamados “Crepúsculo de la mañana” etc. etc.
                     La obra muestra el profundo conocimiento del autor sobre la historia de su país y de esta ciudad en particular. (El autor se pasó años en Manchuria estudiando la obra “Genji Monogatari “de Murasaki Shibuku – Historia de Genji por la autora M.S. en el siglo XI-; se considera la primera gran novela de la literatura mundial. Consta de 54 libros y la historia se desarrolla en el Kyôto alrededor del año 1000).
                                                        ………………………………………………
  ….--- .”  ¿Por qué he de acompañarlas al santuario si la niña me gusta? ¿Acaso dios se ha reencarnado en ella? 
–-Naturalmente, así es.
–--Pero el dios es de sexo masculino
–---Aunque en este caso se ha reencarnado en una mujer---repuso ella con vivacidad-----. Como hombre, hubiera tenido que sufrir varias veces la pena de destierro.” pag.115

              “…la montaña de cedros…Si en el mundo no estuviera el hombre, no existiría Kyoto, ni siquiera otra ciudad, solo bosques y prados llenos de flores silvestres. ¿Acaso no había aquí hasta ciervos y jabalíes? ¿Por qué tenía que venir al mundo el hombre? ! ¡Que horrible, el hombre…!” pag.125

…...” ---Quizá lo artificial sea lo más adecuado para Kyôto ¿verdad?  Sus montañas, sus ríos, hasta sus gentes…
… ¿Crees tú? También sus gentes. Pero me pregunto si no podrá decirse lo mismo de todas las gentes…De las de hoy como de las de antaño.” pag.138    

           ….. “El “Principio de las cosas” como se llama13 de diciembre, anuncia que en esa fecha comienzan los preparativos para la fiesta del año nuevo, especialmente por lo que se refiere a los regalos.” pag 173.

         ….” En el pueblo de los cedros, algunas veces, cae ese polvo de nieve. Mientras trabajamos, apenas nos damos cuenta, pero las copas de los cedros quedan blancas, como si tuvieran flores, y en las puntas de las ramas desnudas de los otros árboles se forman bolitas blancas. ! ¡Es tan bonito! A veces operan enseguida; otra convierte en aguanieve o en lluvia……...Además nuestra quimera del polvo de nieve desaparecería.
Quimera...quimera…. pag.19

13.- El brazo.-                Relato corto.
                   Supone la primera muestra del realismo mágico japonés (¿?)


14.- 1964: Lo bello y lo triste (páginas 176) (T. del inglés)

                    Última novela de Y.Y. en la que con su madura maestría narrativa desarrolla sus temas más queridos – el amor y el desamor, el abandono, la belleza del arte y la naturaleza, la soledad, el vacío y la muerte en sus escenarios preferidos: Kioto y Kamakura.
                    
                  Historia contada por un narrador omnisciente y dividida en nueve partes: 1.- Campanas del templo, 2.- primavera temprana, 3.- La festividad de la luna llena, 4.- El cielo cargado de lluvia, 5.- Un jardín rocoso, 6.- El loto en llamas, 7.- Mechones de pelo negro, 8.- Pérdidas estivales, y 9.- El lago.
                                                     …………...
               “te parece bien que Taichiro hable de una tumba (la de la joven princesa Kazunomiya en Shiba) y a continuación, viaje a Kyoto a visitar otra tumba (la de Saneteka, muy antigua) pag.123

               “…Cualquier anormalidad en la forma del pezón izquierdo debería de haber atraído su atención” pág.125 “…Era tonto buscar el pezón izquierdo contra la voluntad de la muchacha en el primer encuentro” pág.126

               “…- otoño, la mejor medicina para una mujer es el matrimonio. ! ¡El hombre es la medicina que da vida a la mujer! Todas las mujeres tienen que consumirla-
- ¿Aún cuando se trate de un veneno? (dice la hija a su madre)
- Aún así.  “pag. 141

             “...y aferró uno a uno los dedos de la joven, admirando su delicadeza. Parecían increíblemente finos y frágiles. Tuvo la tentación de llevárselos a la boca.” pág.156

             ““- No toques el derecho. No me gusta.
 Desconcertado, él apartó la mano del seno izquierdo.
- El derecho me hace sentir triste-dijo.
- ¿triste?
- Si.
- ¿y por qué?
- No sé. Quizá sea porque mi corazón no está de ese lado” 
               

15.- 1972: Historias de la palma de la mano (308 páginas) (T. del inglés) (Empecé 2008)

       (La expresión “en la palma de la mano”, aparece repetidamente y en todas sus obras más de una vez)
       Este libro traducido directamente del japonés y publicado por EMECE, recoge 70 relatos cortos escritos entre 1923 (“Lugar soleado”) y 1964 (“Nieve”).


----- Correspondencia (1945-1970) Yasunari Yawabata- Yuqueo Mishima
                                   
                               (Publicado en castellano por Emecé 2003)

                                        A través de veinticinco años de correspondencia ente los dos mejores escritores japoneses del siglo XX se muestran sus afinidades secretas, su profunda y refinada amistad además de mostrarnos la personalidad literaria de ambos.

B.- LA OBRA


                  SEMBAZURU, (Mil grullas), (Una grulla en la taza de té)

                                           Yasunari Yawabata



                Yasunari Yawabata escribió por primera vez un fragmento de Sembazuru en 1949 en una revista. Un segundo fragmento en 1951, y la tercera, la novela definitiva en 1958.

             Traducida al castellano inicialmente por Luis de Salvador en 1962 y publicada por el Círculo de Lectores en 1969 con el título “Una grulla en la taza de té”.
            Posteriormente, María Martoccia la traduce en 2005 y se publica por la editorial Emecé con el título de “Mil grullas”
            Está estructurada en cinco partes: Mil grullas, Arboles en el sol de la tarde, Shino decorado, El lápiz de labios de la madre y Estrella doble

 (En el caso del libro inicial del Círculo de Lectores se titulaban respectivamente:  libro primero: Sembazuru o los pájaros blancos, libro segundo: Puesta de sol en el bosque, libro tercero: El Shino, libro cuarto: El lápiz rojo para los labios y libro quinto: Una estrella doble.

(Resulta sorprendente encontrar dos ediciones en castellano con títulos diferentes y con las partes del libro denominadas y tituladas de modo diferente.
La explicación reside en el profundo simbolismo de la lengua japonesa que es susceptible de dar lugar a diversas interpretaciones de un mismo “dibujo”, de una misma palabra, lo que resulta de difícil comprensión para un occidental y abunda en la diferente “mentalidad” a la que ya se ha aludido entre oriente y occidente.

   Por otro lado, el hecho de que estas diferencias de titulación aparezcan en otras traducciones al castellano del mismo autor, me indican que se puede deber también al hecho de que se traduzca del japonés directamente (“El clamor de la montaña””) o del alemán ingles etc. (“El sonido de la montaña”. “El rumor de la montaña”)


             La trama de “Mil grullas” o “Una grulla en la taza de té” gira alrededor de uno de los ritos consagrados de la cultura japonesa desde el siglo XIII, la Ceremonia del Té, una experiencia espiritual y estética.

           La novela se inicia con una invitación a una Reunión de Té cuatro años después de la muerte del maestro Mitani. Una reunión muy especial donde se honran los utensilios* usados en la tradicional ceremonia y que en esta ocasión realiza Yukiko, - “la joven hermosa” o “la muchacha de las mil grullas”-, para los otros personajes**invitados.

             Novela narrada por un observador omnisciente. En ella, los incidentes son más importantes que las conclusiones (no se sabe el final de Fumiko, por ejemplo) y lo más importante es lo que no se dice expresamente.

             La técnica literaria de Y.Y. es el fluir de la conciencia (la novela podría terminar en cualquier punto) y está muy influido tanto por el clásico japonés del siglo XI “El Relato del Genji” (de la autora Murasaki Shibiku), como por los escritores europeos Joyce y Proust.


Yasunari Yawabata: “La literatura no hace más que registrar los encuentros con la belleza”
       



2/05/2016.- Presentación realizada por nuestra compañera Pilar Modrego sobre la figura de Fiodor Distoievski:  

FIODOR MIJAILOVICH DOSTOIEVSKI 

        Con el reinado del Zar Nicolás I (1825) que duró 30 años, Rusia inicia un largo periodo de represión, en el cual la literatura se hace expresión casi exclusiva de la conciencia pública. De ahí precisamente arranca el contenido social de la novelística rusa, que la sitúa en un lugar preferente en la Europa del siglo XIX.
        La ideología oficial rusa se declaraba enemiga de las ideas liberales que surgían en Europa. Se proclamaba la autocracia, la religión ortodoxa, la superioridad de la nobleza, la obediencia de los siervos y el patriarcado como bases del estado.  La tolerancia del régimen que su hermano el anterior Zar Nicolás Alejandro I había instaurado, trajo disturbios que el nuevo Zar no estaba dispuesto a tolerar. Para eso no dudó en convertir el país en un extenso y sombrío cuartel en el que la censura, la delación y los juicios sumarísimos permitían asegurar los principios que perpetuaban el atraso, mantenían la incuria y propagaban la ignorancia.
Sin embargo, a este triste panorama político y social se contraponía un rico movimiento de las artes, un renacimiento en lo que se conoce como la Edad de Oro del arte y las letras rusas.
Esta paradoja se explica citando un párrafo del crítico Aleksandr Herzen: “Nos dedicábamos a la ciencia, a la filosofía, al amor, al arte militar, al misticismo, para olvidar la monstruosa superficialidad que pesaba sobre nosotros”.  Esta Edad de Oro daría los mejores frutos de la literatura rusa, desde las obras de Pushkin y Gogol a Dostoievski y Tolstoi. Todas estarían marcadas por la huella indeleble de esos treinta años de oscurantismo político, en todas aparecerán reflejados los rostros que aquel régimen creó: el funcionario venal, el aristócrata déspota, el estudiante sofocado por la miseria, el artista amordazado.
        Uno de sus más altos exponentes fue Fiodor Mijailovich Dostoievski, nacido en Moscú el 11.XI.1821 en un apartamento del Hospital de Santa María para pobres donde su padre era médico.
        Su infancia quedó marcada por el trato brutal de su padre hacia su familia. Bajo su orden ingresó en la Escuela de Ingeniería Militar. Recibe la noticia del asesinato de su padre a manos de sus siervos a los que trata con la misma saña que lo hacía con su familia. En este momento se produce su primer ataque de epilepsia, enfermedad que le perseguiría hasta su muerte.
        No le gusta la vida de la Academia y su único consuelo es la lectura de sus autores favoritos: Homero, Shakespeare, Balzac, Puskin, Gogol, Dickens, todos ellos decisivos en su formación literaria.
        En 1843 termina la Academia y es destinado al Campo de Ingenieros, pero abandona el ejército para dedicarse por entero a la literatura. Con la vida de literato profesional, unida a una incontrolada pasión por el juego, comenzó el agobio material que sólo se libraría al final de sus días.   Fue detenido junto con otros miembros de un círculo que criticaba el zarismo el 23.04.1849. Tras ocho meses de confinamiento en la Fortaleza de San Pedro y San Pablo de San Petersburgo, fue condenado a muerte como autor de un “atentado contra la iglesia ortodoxa y el poder legítimo”.
        Ya ante el pelotón de fusilamiento llega el indulto del zar y los condenados son enviados al presidio de Omsk en Siberia Occidental donde las condiciones de vida son tan extremas que muy pocos sobreviven. Su experiencia de este período la describe en su obra “Apuntes de la Casa de los Muertos” publicada en 1862, su obra más autobiográfica.
        Se pueden citar a Tolstoi y Chejov como alguno de los escritores rusos en los que la literatura de Dostoievski   dejó su impronta.  El autor marcó su tiempo y a los escritores de su época con su sello, lo que le convierte en un precursor de las grandes realizaciones artísticas rusas y de los movimientos sociales que vendrían con posterioridad a su muerte. Prepara el camino para que la novela rusa, que había llegado a su culminación con Crimen y Castigo y los Hermanos Karamanzov, tenga una continuidad digna de esta estirpe.
        La literatura anterior había sido hecha por terratenientes, y la nueva palabra que sustituya a estos está aún por definir. Dostoievski aparece para analizar una realidad recién removida hasta las raíces, habitada por unos seres que no sabían cuál era su sitio en el mundo y a qué lógica obedecía su existencia. Su literatura es considerada dentro del realismo psicológico.  La conversión del ser marginado en ciudadano, la transformación del siervo oprimido en campesino libre o en obrero asalariado fue un proceso lento y doloroso.
        Las muchas deudas le obligaron a firmar contratos auténticamente leoninos. Fue el caso de “El Jugador” de más de 200 folios que se comprometió a escribir en un mes, aceptando que, en el caso de no cumplir el contrato, su editor podría editar gratis lo que el novelista escribiera durante diez años. Una vez más el fantasma de los apremios económicos le asediaba.
        Dostoievski contrae matrimonio por segunda vez con su taquígrafa. El 14 abril 1867 salen de viaje de novios por Europa.  Este viaje, calculado para tres meses duró cuatro años. En este tiempo vivieron en Dresde, Bade Baden, Basilea, Ginebra, Vevey, Milan, Florencia (Alemania, Suiza, Italia, Francia). De sus obras, El Idiota a Los Hermanos Karamanzov se consideran obras europeas. Regresó a Rusia completamente arruinado y llegó a empeñar el anillo de boda.
        Muere el 28 enero 1881 víctima de un derrame pulmonar.
        Los contemporáneos de Dostoievski no pudieron descifrar hasta el final su secreto. Diez años después de su muerte el crítico Nicolai Strajov, amigo y correligionario del escritor decía que Dostoievski creó a sus personajes a su propia imagen y semejanza, y por eso describió un sinfín de hombres medio locos y enfermos, totalmente convencido de que los copiaba de la realidad y que así era realmente el alma humana.

        Esta fue la respuesta de Tolstoi: “Dice Vd. Que Dostoievski se describía a sí mismo en sus personajes. Ahí tiene el resultado: en estos hombres insólitos nos reconocemos, no sólo nosotros, sus compatriotas, los extranjeros también reconocen en ellos su alma, y es que cuanto más hondo se cava, tantos más sentimientos comunes, compartidos, entrañables se hallan”

2/05/2016.- Presentación realizada por nuestra compañero Manuel Sánchez sobre la novela El Jugador de Fiodor Distoievski:  
     

EL JUGADOR (DOSTOIEVSKI)

Durante la estancia en la academia militar de San Petersburgo se aficionó al juego. La brutalidad de su padre con los campesinos le proporcionó el asesinato por parte de ellos. Su madre enfermó y murió pronto.

Sentía simpatía por el socialismo utópico y se unió a un grupo liberal “petrashevtsi”. Nicolás I encarceló a los 123 miembros del grupo y los envió a Siberia desde 1844-1849. Dostoievshki fue condenado a muerte y luego indultado. Pasó diez años de soldado raso 1849-1859 (degradado) En Siberia leyó la Biblia y asimiló el sufrimiento como liberación y salvación.
Criticaba el materialismo y el ateismo y creía en la liberación espiritual del individuo. El cristianismo ortodoxo de Rusia estaba destinado a ser guía de Occidente. Estaba persuadido de la decadencia espiritual de Europa a pesar de que admiraba su cultura. La misión de Rusia consistía en guiar va la humanidad hacia la reconciliación en la libertad humana.
Critica el amoralismo burgués y defiende a los de abajo “Humillados y ofendidos”

Viajó por Europa junto con Polina visitando Alemania, Francia e Italia 1862-1865 entre otras razones porque huía de sus acreedores. Su primera mujer y su hermano mueren nen 1864. Su editor de “crimen y castigo” le apremiaba con contrato para la entrega de este libro por lo que tuvo que contratar a la secretaria Anna Snitkina como taquígrafa para terminar la obra “el jugador”.1866. Después se casó con ella, viajaron por Europa. Nació una hija que murió pronto. Dostoievski casi cae en la demencia. Sufría continuos ataques epilépticos.

Visitó varios balnearios en Alemania y los casinos donde ganó y perdió mucho dinero sucesivamente.
Tras su vida agitada y llena de todo tipo de experiencias, a veces, dolorosas, escribió el “Jugador” tal vez para hacer borrón y cuenta nueva de los episodios desagradables de su vida. Pero lo cierto es que continuó con el juego.

Tanto su persona, Alexis, como los demás personajes de la novela someten la voluntad al azar del juego de la ruleta. Ellos mismos se condenan voluntariamente al infierno que produce el juego.
La pasión esclavizadora del juego les hace sentir nostalgia por los momentos de emoción y riesgo. 

Texto pg-8-9: “Alexei…de lo humano”, (El Jugador, editorial Salvat, texto del prólogo)

NOTA. Reinhard Lauth escribió un ensayo sobre la filosofía de Dostoievski, “he visto la Verdad”.

Luigi Pareyson escribió un libro sobre la filosofía de Dostoievski: Dostoievski, filosofía, novela y experiencia religiosa La misión de Rusia era guiar a la humanidad hacia la reconciliación.

La novela psicológica pospone la narración a la descripción de los estados de ánimo, pasiones y conflictos psicológicos de los personajes. No relata simplemente lo que ocurre sino también el porqué y la finalidad de la acción.

La novela Rojo y Negro de Stendhal es el modelo y Crimen y castigo de Dostoievski.
  

21/03/2016.- Presentación realizada por nuestra compañera María Verdú:  UNA HISTORIA DE AMOR Y OSCURIDAD de Amos Oz


PRESENTACIÓN  AMOS-OZ

Cuando comencé a preparar el trabajo de presentación de este autor, me di cuenta que la calidad y cantidad de su obra literaria, iban de la mano de su gran faceta como humanista y “pacifista activo”, como a él le gusta definirse. Separar la una de la otra, me ha sido prácticamente imposible, porque ambas se entremezclan continuamente a lo largo de su carrera.
Pensé entonces que la mejor manera de conocerle, además de por sus escritos, sería a través de su propia voz, de sus pensamientos y razonamientos más sinceros, que se plasman en las diversas entrevistas que le han hecho a lo largo de su vida.
Encontré dos que me parecieron interesantes. Una en España, en el año 2007, cuando le concedieron el premio “Príncipe de Asturias “, siendo la periodista y escritora Rosa Montero, articulista del diario el País, la encargada de entrevistarlo, y la segunda, en Suecia en el año2014, por la periodista sueca Anneli Radestad.
Ambas procuraré intercalarlas en esta presentación, ya que en mi opinión, dan una idea bastante clara del pensamiento de este escritor y magnífico ser humano.

            UNA HISTORIA DE AMOR Y OSCURIDAD

Para mí, esta novela biográfica es mucho más que una biografía, ha despertado en mí, un interés y una curiosidad muy grande, por cosas que he descubierto, y que desconocía, ya que su autor ha sabido plasmar de una forma magistral y, a mi forma de entender, bastante objetiva, la historia de su pueblo, de su raza, de su etnia, o como queramos llamarlo.
A través de la novela de Amos Oz, nos trasmite la idiosincrasia del pueblo judío, su cultura, su inteligencia, su capacidad de adaptación a todos los países, lenguas y culturas donde les ha tocado vivir, sin perder por eso su identidad, o su modus vivendi. Siempre fue para mí un autentico misterio. También su continuo éxodo de los países que los habían visto nacer como única solución, a consecuencia de los graves problemas que tuvieron que afrontar de rechazo y exclusión.
El gran antisemitismo de muchos países europeos, que culminó durante la segunda guerra mundial, con la gran persecución de los judíos por parte del partido nazi alemán, liderado por Adolf Hitler, y su posterior exterminio en los campos de concentración.
Esta es la historia de cuatro generaciones, paterno-materna, que son los ancestros del autor del libro, y que se remontan desde mediados del siglo XIX. La familia paterna proveniente de rusos, y la materna descendiente de polacos.
De este cocktail genético, este único hijo nos cuenta la historia de su familia, que no solo es eso, es también la historia de un pueblo, de una cultura, de una forma de vivir, de cómo enfrentarse a la adversidad, y seguir viviendo, seguir luchando, seguir aprendiendo, a pesar de todo.
Dicen que para querer una cosa hay que conocerla bien, pues bien, eso es lo que me ha pasado, con esta novela o biografía me ha dado la oportunidad de conocer mejor la lucha de personas bastante cercanas a nosotros, y por consiguiente, comprenderlas, respetarlas e incluso, en muchas ocasiones admirarlas.

AMOS-OZ

Biografía
Amos Oz (hebreo, עָמוֹס עוֹז; nacido en Jerusalén, 4 de mayo de 1939), Amos Klausner, es un escritor, novelista y periodista israelí, considerado como uno de los más importantes escritores contemporáneos en hebreo. Premio Israel de Literatura (1988); Premio Goethe de Literatura (2005) por su libro autobiográficoUna historia de amor y oscuridad; y candidato varios años consecutivos al Premio Nobel de Literatura. Fue uno de los fundadores del movimiento pacifista israelí Shalom Ajshav. Es profesor de Literatura en la Universidad Ben-Gurión de Beer Sheba, en el Néguev y miembro de la Academia Europea de Ciencias y Artes. En 2007 recibió el Premio Príncipe de Asturias de las Letras.
Descendiente de una familia de emigrantes rusos y polacos. Hijo de Yehuda Arie Klausner y de Fania Mussman (que se suicidó cuando él tenía 12 años). Sus padres huyeron en 1917 de Odesa a Vilna, y de allí al Mandato Británico de Palestina en 1933.
En 1954, Oz entró en el kibutz Julda. Desde entonces se le conoce por su nombre actual. Mientras estudiaba Literatura y Filosofía en la Universidad Hebrea de Jerusalén, entre 1960 y 1963, publicó sus primeros cuentos cortos. Estudió también en la Universidad de Oxford. Desde 1991 es miembro de la Academia del Idioma Hebreo.
Participó en la Guerra de los Seis Días y en la Guerra de Yom Kipur y fundó en los 70, junto a otros, el movimiento pacifista Shalom Ajshav ("Paz Ahora").
Ha escrito 18 libros en hebreo y alrededor de 450 artículos y ensayos. Sus obras han sido traducidas a más de treinta lenguas, entre ellas el español.
Oz es uno de los intelectuales más eminentes de la izquierda israelí y pronuncia sus opiniones contra los asentamientos israelíes en los territorios palestinos, tal como sus opiniones social demócratas y pacifistas en varios periódicos israelíes como Ha'aretz y Yedioth Ahronoth. Es un miembro del partido social demócrata pacifista Meretz. Condenó algunas operaciones de las Fuerzas de Defensa Israelíes durante el Conflicto de la Franja de Gaza de 2008-2009 y las llamó crímenes de guerra. []En 2015 afirmó que la supervivencia del Estado de Israel requiere de la creación de un Estado Palestino independiente y que la coexistencia de ambos Estados es el camino hacia la paz en la región[.]

Creación
Obra literaria
Autobiografía novelada
Novelas
Prosa y Poesía
  • El mismo mar (1998), tr.: Raquel García Lozano, Siruela, Madrid, 2002 (3ª edición: ISBN 978-84-7844-959-0
Cuentos
  • Donde aúllan los chacales y otros cuentos (1965)
  • La colina del mal consejo (1976) reúne tres relatos: el que da título al libro, El señor Levi y Nostalgia; tr.: Raquel García Lozano, Siruela, Madrid, 2011, ISBN 978-84-9841-433-2
  • La bicicleta de Sumji (1978), juvenil; tr.: Miguel Martínez-Lage; Nuevas Ediciones de Bolsillo, 2006, ISBN 978-84-8346-123-5 (Siruela, 2007, ISBN 978-84-7844-844-9)
  • Escenas de la vida rural (2009) reúne 8 relatos; tr.: Raquel García Lozano, Siruela, Madrid, 2010, ISBN 978-84-9841-377-9

Ensayo
  • Bajo esta luz violenta (1978)
  • En la tierra de Israel: ensayos sobre política publicados (1983)
  • Las voces de Israel (1986) El Aleph Editores: ISBN 978-84-85501-99-1
  • La cuesta del Líbano (1987)
  • Israel, Palestina y la Paz: Ensayos (1994)
  • Toda nuestra esperanza (1998)
  • La historia comienza: ensayos sobre literatura (1999) Ediciones Siruela: ISBN 978-84-9841-041-9
  • Porque son diferentes estas dos guerras (2002)
  • Contra el fanatismo (2006), tra.: Daniel Sarasola, Siruela, Madrid, 2007, ISBN 978-84-7844-708-4
Premios y reconocimientos literarios

Entrevista de Rosa Montero (EPS) a Amos Oz, año 2007. 

Me alegra que haya ganado usted el Premio Príncipe de Asturias de las Letras y no el de la Concordia, por ejemplo. Debe de estar harto de que su faceta política se superponga todo el rato a la literaria. En España, además, se le considera uno de los pocos "judíos buenos" en contraposición con todos los demás, que se supone que son "judíos malos". Supongo que esta simplificación tan dogmática le resultará incómoda.

Como es obvio, esto es una completa distorsión de la realidad israelí. Por otra parte le diré que el título que más me gustaría tener algún día es el de "antiguo militante pacifista". Porque eso significaría que habríamos conquistado la paz. Ojalá no necesitara ser político nunca más.
¿Y cree que vivirá para verlo?
Depende de lo que me quede de vida. Pero creo que el conflicto palestino-israelí está exhausto, creo que hay un síndrome de fatiga en ambos lados, y creo que la fatiga es una buena ayuda para los conflictos en general, no sólo entre naciones, sino también entre parejas.
'Una historia de amor y oscuridad' En ese libro primero habla de las familias de sus padres... Ahí hay un relato común, colectivo, de los judíos en Europa, de los diversos exilios, del Holocausto... Y luego va centrándose en su historia personal y termina con el suicidio de su madre cuando usted tenía doce años. Es como si pasara del dolor colectivo al abrasador dolor individual. Su infancia fue brutal, y no sólo por el suicidio, sino por esos dos terribles años anteriores en los que su madre permanecía día y noche sentada en una silla, a oscuras, mirando hacia la calle.
Cuando escribí Una historia de amor y oscuridad mi rabia se disipó completamente. Porque durante muchos, muchos años estaba demasiado furioso con todo el mundo como para poder hablar con nadie sobre mi tragedia familiar. No se lo había contado a nadie. Ni siquiera lo había hablado con mi mujer y mis hijos. Era un completo tabú y no dejaba que nadie tocara el tema en mi presencia. Estaba demasiado furioso. Estaba furioso con mi madre por haberse matado, con mi padre por haberla perdido, estaba furioso conmigo mismo porque pensaba que probablemente había sido un chico malo y por eso no había sabido rescatarla. Pero cuando llegué más o menos a la edad de sesenta años, sentí que ya era lo suficientemente viejo como para ser el padre de mis padres, que, en la época de la tragedia, tenían como 38 o 39 años. Y entonces por primera vez empecé a verlos como mis hijos, y empecé a entenderlos. Eran unos chicos que se metieron en un matrimonio para el que ninguno de los dos estaba preparado. Y los dos fueron bastante tontos, bastante inútiles, en cierto sentido, a la hora de vivir. De modo que empecé el libro sin ira. Lo escribí con compasión, con ironía y con curiosidad. Una curiosidad infinita. En las seiscientas páginas de libro no se dice en ningún lugar quién es el culpable, o cómo se reparten las responsabilidades... Porque eso ya no me interesaba en absoluto. Lo que me interesaba era saber cómo vivían, qué comían, cómo hablaban, en qué cosas creían, qué sentían, cómo era la casa. Sentí la necesidad de rescatar todos esos detalles del olvido.
Otra escena muy conmovedora del libro es cuando, tras la votación de la ONU a favor de la creación del Estado de Israel en 1947, su padre se tumba junto a usted, a oscuras, en la cama, y, por primera y única vez en la vida, usted le siente llorar. Luego él le cuenta cómo había sido maltratado de pequeño por ser judío, y le dice que eso ya no le va a pasar a usted... Sin embargo, poco después usted fue acosado bárbaramente en el colegio.
Sí, pero lo que mi padre dijo es que quizá yo sufriría abusos en la escuela por ser pequeño o por lo que fuere, pero que a partir de ese momento nadie se metería conmigo por ser judío. Él tenía razón: he sido maltratado y acosado muchas veces, pero nunca por ser judío. Ése es el sentido de Israel para mí. Lo que para mí significa ser israelí es exactamente eso: que nunca seré maltratado, humillado, perseguido ni discriminado por ser un judío. Y esto es suficientemente bueno para mí.

Es curioso, porque 'Una historia de amor y oscuridad' es un libro carente de rencor, ni en lo personal ni en lo social. Salvo en el caso de los británicos. Pone usted fatal a los británicos.
Sí, es verdad. Las primeras palabras que aprendí a decir en un idioma extranjero fueron British go home, que es lo que gritábamos los niños pequeños en Jerusalén cuando arrojábamos piedras a las patrullas británicas en la Intifada original, la primera Intifada, que fue la de los judíos contra el mandato británico.
A juzgar por lo que cuenta en el libro, los británicos se comportaron de un modo canallesco.
Sí, sí. Realmente una buena parte de la tragedia en Oriente Próximo ha sido causada por la hipocresía y por los engaños de los británicos, porque esencialmente hicieron un juego doble de engaño con judíos y con árabes. Prometieron la misma tierra a las dos partes, prometieron dos veces la tierra, y después, naturalmente, intentaron fomentar el enfrentamiento entre árabes y judíos para permanecer en el poder y seguir controlando la zona.
A los quince años se marchó de su casa y se fue a vivir a un 'kibutz'. Viniendo de una familia rota, no me extraña, porque el 'kibutz' es como una gran familia. ¿O quizá lo hizo para tocar tierra y no volverse loco?
Bueno, lo cierto es que cuando tenía unos catorce años me rebelé de manera radical contra mi padre. Quería convertirme en todo lo contrario de lo que él era. Él era un intelectual, yo quería ser conductor de tractor; él era de derechas, yo de izquierdas. Él era un hombre urbano, y yo me hice un granjero. Él era muy bajito, y yo decidí convertirme en un hombre alto. Esto último no funcionó, pero yo también lo había decidido. Me fui al kibutz pensando que encontraría allí una atmósfera completamente distinta a Jerusalén. Pero al cabo de un tiempo descubrí que no era ni mucho menos algo tan opuesto. Los mismos tipos charlatanes que había conocido en Jerusalén existían también en el kibutz, aunque vistieran mono, estuvieran bronceados, y aunque hablaran no ya del líder sionista Jabotinsky, sino de Trotski. Pero discutían de política y de ideas igual que en Jerusalén. Por otra parte, y como dice, desde luego para mí el kibutz fue una familia extensa.
Usted tiene tres hijos, dos chicas y un chico. ¿Y qué me dice de esa costumbre del 'kibutz' de que los niños no vivan con sus padres sino en una casa aparte?
Eso suena bastante extremado. Muy espartano, o de la revolución cultural china. Mi mujer y yo llevábamos a los niños a la Casa de los Niños a las ocho y media de la tarde. Les acostábamos, les cantábamos una canción o les contábamos un cuento y nos despedíamos. Y ellos permanecían allí toda la noche, vigilados por las guardianas nocturnas. Luego, por la mañana, estaban con los otros niños, iban a la escuela y más tarde, a las cuatro de la tarde, todos los días, venían a casa con nosotros y permanecían allí hasta que los llevábamos de nuevo a la Casa de los Niños. Pero esas horas, desde las cuatro hasta las nueve, eran puramente familiares, totalmente para los niños. Sin llamadas de teléfono, sin reuniones de trabajo, sin horas extras en la oficina. Y esto es más de lo que la mayoría de los padres del mundo moderno dedican a sus hijos, cinco sólidas horas cada día. De manera que, en conjunto, pienso que no era un mal arreglo. Yo no estaba enteramente feliz con lo de llevar a mis hijos a la Casa de los Niños, nunca me gustó esa medida. Pero la acepté y no fue un desastre.
Abandonaron el 'kibutz' porque su hijo pequeño tenía asma y tuvieron que trasladarse a un lugar más seco.
Esa fue la única razón por la que lo dejamos; si no hubiera sido por eso, aún estaría allí.
Pero su hijo se curó, creció y se marchó, y no regresaron.
Es que después de pasar todos esos años fuera y acostumbrarnos a cierto grado de privacidad se nos hizo difícil volver. Además el kibutz mismo está atravesando por una grave crisis. Están pasando por muchas reformas y cambios, y muchas de las personas que yo conocía o se han marchado o se han muerto. El lugar ya no es el mismo. No sería volver a aquello que dejamos.

Y dígame, en los primeros momentos, tras irse del 'kibutz', ¿no se sintió muy solo?
Fue muy difícil, muy difícil, porque yo estaba acostumbrado a levantarme por la mañana e ir al comedor y tomarme un café con un grupo de cinco o seis amigos y discutir el periódico. Esa era parte de mi experiencia vital, leer y discutir el periódico cada día con un grupo de amigos, en una especie de pequeño parlamento... Y de repente tuve que leer el periódico solo cada mañana... Echaba de menos poder hablar y discutir con gente.
A los quince años, cuando entró en la comunidad, también se cambió de nombre legalmente. Abandonó el apellido paterno, Klausner, y se puso Oz, que significa 'coraje'. ¿Cómo ve ahora ese paso tan radical?
Cuando lo hice yo quería comenzar una nueva vida, y lo logré. Y el nombre simbolizaba esa nueva vida. Yo he pagado el tributo que le debía a mi padre al describirle en Una historia de amor y oscuridad. Al hablar de él con una sonrisa en los labios. No con ira, no con odio, sino con empatía.
Más que eso. Ese libro es una carta de amor a su padre. No a su madre, sino a su padre.
Sí, lo es, lo es. Acepto lo que usted dice.
Y terminó usted siendo todo lo que su padre quería ser. Como Fima, su personaje, que termina poniéndose el abrigo del padre muerto.
Sí, en efecto... Mire, esa mesa de despacho en la que escribo es la mesa de mi padre... La heredé de él. A él le dio tiempo de leer mis tres primeros libros y estaba orgulloso de mi escritura, no siempre estaba de acuerdo con lo que escribía y desde luego estaba en total desacuerdo con mis ideas políticas, teníamos furiosas discusiones al respecto. Pero creo que en los últimos años de su vida conseguimos acercarnos un poco. 

Vive en Arad, una pequeña ciudad en el desierto del Néguev, junto al mar Muerto. Su casa, un modesto chalet adosado de dos plantas, es la construcción de apariencia más pobre de toda la calle. Y no sólo la más pobre: también es la más austera. Ahora bien, no hay que confundir el estoicismo de Oz con la solemnidad puritana: posee un sentido del humor desternillante. Incluso Una historia de amor y oscuridad, pese a narrar cosas terribles, resulta a menudo divertidísima. Tal vez porque Amos Oz ha conocido muchas veces el dolor y lo ha vencido. De este hombre pequeño emana una sensación de fuerza extraordinaria. Sólido y sereno, es uno de esos raros individuos que parecen haber sido capaces de saldar todas sus cuentas y de firmar la paz con sus demonios.

ENTREVISTA CON LA PERIODISTA SUECA ANNELI RÁDESTAD, 20 DE AGOSTO DE 2014

Compartir un rato con Oz supone tener acceso directo a la historia viva de Israel, al pasado y al presente de un país «que ahora mismo no me gusta nada», lamenta el novelista, que debido a sus opiniones críticas con los sectores más conservadores que dirigen ahora Israel recibe «amenazas de muerte e insultos». Abierto defensor de la solución de los dos estados, Oz censura la construcción de asentamientos y alerta del riesgo de la llegada al poder de los fundamentalistas de cualquier religión, incluida la judía. Literatura y política se mezclan en cada minuto de la conversación en el duodécimo piso del apartamento en el que vive en Tel Aviv.
Mientras las tropas israelís comenzaban a retirarse de Gaza, la periodista sueca Anneli Rádestad, entrevistó a Amos Oz en su casa en Tel Aviv. Aquí la entrevista completa: 
AR: ¿Usted cómo se define a sí mismo?
AO: Como un activista por la paz que lo ha sido durante los últimos 50 años. Pero debo hacer una distinción muy clara entre los pacifistas europeos y los activistas israelís a favor de la paz, como yo.
Para los pacifistas europeos, para los pacifistas suecos, el peor mal es la guerra. Para mí no. Para mí el peor mal es la agresión, pues significa que algunas veces ésta deberá ser repelida usando la fuerza.
Tuve una pariente que sobrevivió a un campo de concentración nazi y siempre les dijo a sus hijos “las personas que me rescataron del campo de exterminio nazi no eran precisamente pacifistas con pancartas y flores, sino soldados soviéticos con cascos y ametralladoras.” Esta es la razón por la que soy un activista por la paz, pero no un pacifista. 
AR: ¿Usted cree que hay algo que el mundo está entendiendo e Israel no?
AO: Esto puede entenderse hasta cierto punto, pues en el siglo XX la mayoría de los conflictos bélicos fueron así, en blanco y negro. Fascismo y anti fascismo; colonialismo y anti colonialismo; Vietnam y Apartheid. El problema islámico israelí, no es en blanco y negro.
Muchas veces en el pasado, me referí al conflicto Israelí – palestino como un choque trágico entre lo que está bien y lo que está bien. En estas últimas semanas, me refiero a este conflicto como una lucha entre lo que está mal y lo que está mal, en ambos lados.
AR: He platicado con varios jóvenes palestinos e israelís, la siguiente generación de este conflicto. Lo que escucho es mucha desilusión, mucho miedo uno del otro e incluso racismo y odio.

AO: Yo estaba en Londres cuando las islas Malvinas y Londres estaban lleno de racismo, xenofobia y odio hacia Argentina, la cual la mayoría de los británicos ni siquiera podían ubicar en un mapa.
No debemos comenzar por gustarnos uno al otro. Eso no es lo primero. Lo primero es buscar y firmar un compromiso que haga llevadera la vida para israelís y palestinos y creo que tal solución es posible.
AR: ¿Qué le puede decir a una juventud desencantada? ¿Qué le dice a la siguiente generación de este conflicto?
AO: Lo mismo que les digo a mis hijos y a mis nietos y a cualquiera que quiera escucharme: Hay que buscar una solución, porque sí existe, en lo más profundo de nuestros corazones. Saben que hay una solución y saben que hay que tomarla, incluso si no quieren.
Obligar a la gente a hacer las cosas, no es sinónimo de un buen liderazgo. Sobornar a la gente para que haga algo, tampoco es liderazgo, es corrupción. Liderazgo es convencer a la gente de hacer cosas que en el fondo de su corazón saben que deben hacer, pero que no quieren hacer.
Palestina e Israel están ansiosos de un liderazgo valiente y ambos necesitan este tipo de liderazgo simultáneamente. 
AR: ¿Cuál es el papel del arte y de la literatura en esta oscura realidad?
AO: Debo ser muy cuidadoso con mi respuesta, pues en el S.XX la literatura estuvo al servicio de los peores tiranos, pero se trataba de mala literatura. Yo creo que el buen arte y la buena literatura nos animan a imaginar al “otro”. Nos alienta a ponernos en la piel de cada uno y a imaginar cómo es su vida. Y esto es el principio de la empatía. Eso sucede con las buenas películas, por ejemplo. A veces puedes sentir empatía por personas que de otro modo ignorarías o despreciarías. Pero al leer acerca de ellas o verlas en una película, puedes sentir empatía con ellas.
AR: En el 2011, cuando salió a la luz la traducción al árabe de su novela “Una historia de amor y oscuridad”, usted envió una copia al líder palestino Marwan Barghouti, quien estaba en prisión, ¿por qué lo hizo?
AO: No lo hice por admiración a él, pues es mi enemigo. Lo hice porque él podría llegar a ser un día el líder de los palestinos. Creí que el leer mi novela en árabe, podría hacer que Barghouti se pusiera en mi lugar o en mis zapatos. No para que estuviera de acuerdo conmigo, sino para que imaginara mi vida, como me sucede a mí al leer a un autor árabe. Llegar a entendernos unos a otros a través d la literatura.
AR: ¿Recibió respuesta de Barghouti?
AO: No lo dejan escribir cartas desde la cárcel. Ni siquiera sé si le dieron el libro o no.
AR: Usted no quiere ser profeta, pero ¿qué es lo que más se necesita ahora?
AO: Hacerse y responderse las grandes preguntas. Necesitamos hablar entre nosotros como lo hacen los doctores en la sala de emergencia. Más que preguntarnos quién tiene la culpa, preguntarnos ¿qué puedo hacer en este momento para detener el derramamiento de sangre? ¿Qué puedo hacer en este momento para reducir el dolor? ¿Qué puedo hacer, finalmente, para sanar las heridas?
21/03/2016.- Presentación realizada por nuestro compañero Juan Padilla:  ASTRID Y VERONIKA de Linda Olsson

    Hoy nos toca hablar de una obra de Linda Olsson, una escritora sueca contemporánea.
      Pero creo que antes sería bueno hablar del escenario sueco en general.
     Precisamente, hace unos días el diario Información publicaba una noticia en el sentido que, en breve, se iba a realizar una exposición sobre los vikingos, procedente de Suecia. Pensé que ver aparecer a estos guerreros de entre las brumas del norte, era como ver materializarse los perfiles de un país y de su cultura, desdibujada a través del tiempo. Al transitar por la Historia, se observa que hay países que parecen esfumarse, dejando de ser los protagonistas  de antaño.   Y este es el caso que nos ocupa, ya que  habría que remontarse  a los siglos 17 y 18 para tropezar con la hegemonía de este país, decidiendo en las guerras de religión y expandiéndose por todo el Báltico.
    Pero, para circunscribirnos al aspecto cultural, se observa que lo que verdaderamente destaca en la memoria colectiva no son las hazañas guerreras sino la capacidad  creadora de un pueblo. Y en Suecia nos encontramos, -con todos los matices que se quiera- con un vacío en este sentido, situación que solo comenzará a cambiar a partir de mediados del siglo 19 con la aparición de nuevos creadores como la joven maestra Selma Lagerlof, con una producción muy variada, destacando: La saga de Gösta Berling  o El maravilloso viaje de Nils Holgersson, que la harán muy popular y la llevará a ganar el Nobel de literatura en 1909, la primera vez que se concede a una mujer, por su elevado idealismo.
     Hay de aquella ápoca otros referentes, el dramaturgo noruego Ibsen –no olvidemos que por entonces Noruega y Suecia constituían un solo país, bajo una misma corona, hasta 1904- y también  en otro orden de ideas, al compositor Edvard Grieg , romántico y nacionalista , con una producción muy rica y extraordinariamente lírica, que decía que mientras otros  construían catedrales, él solo construía pequeñas casitas, con una encomiable modestia. Y se podrían citar muchos nombres más,  poco conocidos por estas  latitudes, pero sobre todo endiabladamente difíciles de pronunciar, aunque no olvidaremos a  Astrid Lindgren, la creadora de Pipicalzaslargas.
     Y ya en nuestros días señalar la trascendencia que en el terreno creativo tuvo por su gran nivel artístico  la producción cinematográfica de Ingmar Bergman (Fanny y Alexander).


      Y por ir terminando, recordar a  Henning  Mankel , un escritor que elevará el nivel literario de la novela negra, y a Stieg Larsson con su trilogía Millenium, todo un fenómeno social, vendiendo en su país, de cerca de diez millones de habitantes,  tres millones de ejemplares, éxito que no pudo ver al morir apenas unos días antes de  la aparición de su obra.
     Pues bien, en este escenario encontramos a LINDA OLSSON y su primer libro, ASTRID Y VERONIKA, que constituyó un éxito de ventas en su lanzamiento  en Suecia  y luego en EEUU, situándose  en los primeros puestos de venta en la lista del New York Times y traducido a 17 idiomas.
      La historia que nos cuenta Linda es la de la llegada de Verónica a su nuevo domicilio, en un prado junto a otra casa, aparentemente sin habitar: “… esa noche- leeremos en su libro- se acostó en una cama donde su cuerpo era una forma extraña, en una casa que aún no la conocía. En la silenciosa oscuridad, parecía que no estuviera en ninguna parte. Se sentía etérea como el aire.”
    Luego nos descubrirá el mundo del otro habitante, su soledad, apartada voluntariamente de la vida, observando casi clandestinamente la llegada de su vecina.

     Habrá algunos gestos poco comprometedores, algo evasivos. Algún saludo lejano con la mano y miradas amistosas, que parecen  querer romper el
primer hielo: “cuando la puerta se abrió y se encontró con la joven, se dio cuenta que la vida había cambiado de manera irrevocable.”(1)

     Y así, pausadamente, descubriremos el mundo de las  dos mujeres, digamos mejor de dos almas, a las que acabará por unir un fuerte sentimiento de afecto. Un retrato perfecto y sensible en el que no se producen discordancias, y donde se reflejan las emociones que dicta el nacimiento de una recíproca  amistad. Así iremos descubriendo sus secretos y los motivos que les encadenan al pasado, de los que se irán liberando, y que nos son narrados  con un estilo casi lírico, y en el que la naturaleza sirve de fondo, como un personaje más, de manera constante: “El aire traía olores y sonidos de la noche cercana; flores que se cerraban, el rocío al posarse sobre la hierba, los insectos diurnos que callaban y los nocturnos que empezaban su actividad…”
Una critica:
“una historia bonita y bien contada, de  monólogos  en ocasiones poéticos, que, a pesar de su aparente sencillez, sorprende e impresiona por su fuerza y su intensidad”.
(1)ASTRID:
Verte llegar fue como esa primera luz tras una larga oscuridad. Observé tu esbelta silueta en el haz de los faros del coche mientras descargabas tu equipaje. Me quedé junto a la ventana hasta mucho después de que hubieses cerrado la puerta. Ví apagarse las luces una tras otra. Y creo que supe que la vida había regresado.
Otro libro de la autora: SONATA PARA MIRIIAM


25/01/2016.- Presentación realizada por nuestro compañero Juan Padilla:


SOMERSET MAUGHAM
      Durante las primeras décadas del pasado siglo 20, el nombre de Somerset Maugham fue adquiriendo relieve en el mundo literario, tanto que abandona su carrera de médico para dedicarse por entero a lo que era su gran vocación.
      Mucho antes, su tutor había pensado dedicarlo a clérigo, desistiendo de ello al reflexionar:” ¿Cómo hacer de un tartamudo un predicador”?. Porque Somerset era, efectiva y levemente, tartamudo, conviviendo toda su vida con este defecto, del que supo sacar una experiencia, proyectada en el protagonista de una de sus novelas, en gran parte autobiográfica: “Servidumbre humana”.
     Tras un éxito inicial con su primera novela, será en el mundo del teatro donde recogerá sus mejores triunfos hasta el punto de que en Londres se representan, a la vez, hasta cuatro de sus obras, y la revista PUNCH publicaba una caricatura de Shakespeare, mordiéndose las uñas, ante un cartel anunciador de una de sus piezas teatrales.
     En sus tiempos de estudiante de medicina había podido observar cómo el sufrimiento y el dolor pueden influir en el carácter humano y la hostilidad que puede generar hacia los demás, pero será en sus innumerables viajes, sobre todo en China y en los mares del sur del Pacífico, donde su gran capacidad de observador le permite convertirse en un excelente narrador, explicar magistralmente un mundo diferente, en donde existen lo que él mismo define como “pasiones destructivas”, que apartan a los protagonistas de los limites morales marcados por las sociedades de origen, explicando la influencia que el clima tropical tiene sobre los europeos,  su carácter y su comportamiento ante la soledad en la que viven en sus destinos lejanos (recordemos aquí “La fuerza de  las circunstancias”). Así van surgiendo relatos con el trasfondo de tierras exóticas: La caída de Eduardo Barnard, El Rojo, Samoa o el Puesto avanzado, entre otros.
      Sus historias tienen tanta fuerza y sus pasiones las sienten tan próximas sus innumerables lectores que Hollywood comprenderá todas sus posibilidades y llevará a sus pantallas algunos de sus relatos­: La Carta, Lluvia, El velo pintado –muchos de ellos hasta en tres ocasiones-, o el Sacristán o El filo de la navaja, películas que lo popularizarán, convirtiéndole en unos de los escritores más cotizados de la época.
      En un momento de la novela El filo de la navaja, escribirá: “Uno de mis defectos es que no he podido acostumbrarme a la fealdad humana”. Se refiere, por supuesto, a la fealdad moral, convirtiéndose en el gran maestro de la paradoja en relatos donde conviven cinismo y comprensión ante la debilidad del ser humano. Hay personajes cuya descripción raya la genialidad, como el de ese Warbutton de “El puesto avanzado”, el inglés que, incluso alejado de la sociedad londinense, todas las noches viste su camisa de cuello duro y su smoking para ser servido por su criado malayo, el retrato perfecto del gentleman snob que añora el lejano mundo del que proviene. Aquí y en un momento dado escribirá: “Me parece que los sitios donde los hombres han amado o sufrido guardan siempre un lejano aroma de algo que no acaba de morir”.
      Algún crítico lo ha comparado con Chejov o Maupassant; otro lo sitúa en segunda fila de los grandes escritores, mientras alguien asegura que “Servidumbre humana” es una de las grandes novelas del siglo veinte. El, humildemente, se sitúa, -tal vez, dice-, en un segundo plano.
       Lo cierto es que tuvo la gran habilidad, como escritor, de saber introducirse en los entresijos del alma humana para explicarnos su ambigüedad con inteligencia y apasionamiento. Pero, sobre todo, con comprensión. En una ocasión (1938) escribirá: “puede ser culpa mía que no me preocupe mucho de los defectos ajenos y sí de los míos”. Posiblemente, al auto inculparse por su promiscuidad sentimental, por definirlo de alguna manera, ya que su vida amorosa fue complicada. Estuvo casado y tuvo una hija, separándose de su esposa. Luego, mantuvo una larga relación homosexual con un amante, hasta que este murió en 1944. A partir de este momento, ( las noticias pueden ser confusas) en su vida aparecen y desaparecen nombres como H.G.Wells y Thomas Mann.
    Educado en una estricta doctrina religiosa, y desplazando luego su sensibilidad de creyente  hacia un cierto escepticismo, podríamos preguntarnos si un sentimiento de culpa no le atenazaba. A lo que ya nos ha respondido por boca de uno de sus personajes: …”usted ha rechazado una fe, pero ha conservado la moral sobre la que esa fe estaba fundada”.      
      Ya popular, rico y asentada su fama como escritor creará el premio que lleva su nombre para escritores de menos de 35 años y dotado con 12.000 dólares. Entre los premiados encontraremos a Doris Lessing,  a John Le Carré, a Hugh Thomas, el historiador hispanista y a Timothy Gaston Ash, cuyas crónicas todavía podemos encontrar en el diario El País.
       Y por último, algunas pinceladas sobre su vinculación con España, país que se preciaba de conocer muy bien, situando al protagonista de Servidumbre Humana por estas tierras. Como buen viajero, frecuentó nuestro país, y alrededor de 1930 publicó un libro titulado “Andalucía” en donde recogía sus experiencias en la visita por sus ciudades, especialmente de Sevilla, a donde regresó muchas  veces, convirtiéndose en visitante habitual durante la primavera. Curiosamente, coincide en su estima con Stephan Zweig que escribió que Sevilla era sin duda una ciudad donde se podía ser feliz. Coincidieron, igualmente, en su admiración por las gentes y en sus preferencias por los grandes pintores españoles como El greco, Velázquez y Goya, dejando acabado un libro sobre Zurbarán. De su conocimiento de la poesía española quedó un relato muy corto “El poeta”, ambientado en Écija.
      Somerset Maugham no quiso dejar de comentar sus emociones ante una de las fiestas más pintorescas española: una corrida de toros, destacando el momento cumbre en el que el torero, en soledad, se dirige al centro del ruedo para terminar su faena. Comparte el dramatismo de la escena con la opinión de otro ilustre antecesor en la visita, Alejandro Dumas, quien en su libro “De Paris a Cádiz”, y tras asistir a este espectáculo, exclamó: “escriba usted dramas después de esto”.
      Y ante las posibles críticas por las corridas, el inglés no dejará de recordar la brutalidad que representan los combates de boxeo en el Reino Unido.
    Y, posiblemente, os estaréis preguntando: ¿Y cuando vamos a hablar de LLUVIA?.  
    Pues, inmediatamente, cuando los que hayáis leído el relato comencéis a contarnos vuestras impresiones. De esta historia no se puede hacer ningún comentario anticipadamente sin desvelar el final. La clave del éxito de casi todos sus relatos, en el que la sorpresa es un factor emocional importante, que llega a sorprender cuando no a conmover al lector.       

JUAN PADILLA COLOMA-ENERO 2016

15/12/2015.- Presentación realizada por nuestro compañero Ramón Madrigal:



“EL MUNDO DE AYER: MEMORIASS DE UN EUROPEO”
Stefan Zweig

PRESENTACIÓN A LA TERTULIA
“El Mundo de Ayer” es una autobiografía. Es la autobiografía de Stefan Zweig.
Ante una autobiografía cabe preguntarnos tres cosas: Quién la escribe, quiero decir ¿es su vida de interés para nosotros? Qué nos cuenta, ¿qué tipo de autobiografía es? Y, finalmente, cómo nos la cuenta, ¿está bien escrita?
Me propongo analizar estas tres cuestiones para acabar en la conclusión de si merece la pena o no detenernos a leer este libro.
Stefan Zweig nació en Viena en 1881, en el corazón del Gran Imperio Austrohúngaro. Allí se crió y allí educó su juventud. Era una época feliz, de progreso y de gran estabilidad,… “la edad de oro de la seguridad”, según sus palabras. En ese ambiente forjó su personalidad. Pero luego, desde el ojo del huracán, vivió los ambientes prebélicos y la vorágine de las dos guerras mundiales. (Por ese lado no nos vamos a aburrir).
Desde siempre le interesó el arte y la cultura, haciendo de eso la vocación de su vida. Pero como escritor llegó a la cima: Fue muy reconocido en su tiempo y muy admirado mundialmente. Eso le permitió hacer lo que más le gustaba: relacionarse con la élite intelectual y, fundamentalmente, conocer; conocer en el más amplio sentido del término.
Creo yo que su vocación no era propiamente la de escritor, si no la de lector, la de dar satisfacción a su inmensa curiosidad intelectual. Una anécdota ilustra esto que digo: Cuando le tocó elegir carrera en la Universidad eligió Filosofía por el único motivo de que no se exigía ir a clase, bastaba con un examen a final del cuarto año, que él prepararía unos meses antes. El resto del tiempo lo podría dedicar a leer cuanto quisiera y asistir a actos culturales. Así no es de extrañar que dijera… “A mis dieciséis años no tan sólo conocía todas las poesías de Baudelaire y de Walt Whitman, sino que me sabía de memoria las más importantes”. En su opinión estaba en plena vigencia  “el axioma de Emerson”, según el cual los buenos libros sustituyen a la mejor universidad”.
No obstante, Stefan Zweig fue un autor prolífico. Escribió poesía, tradujo al alemán las obras de los más importantes escritores de su tiempo, italianos, franceses, belgas e ingleses. Sólo de aquellos autores que él admiraba y por los que merecía la pena dedicar una parte de su vida. Escribió novelas, obras dramáticas, ensayos, libretos de ópera y biografías, muchas biografías de personajes que resultaban de su interés. Escribió sobre: Émile Verhaeren, el poeta más importante de Bélgica. Escribió “El hombre y su obra”, referido a Romain Rolland. A Balzac le dedicó varias obras, fundamentalmente: “La Novela de su vida”. Pero lo incluyó también en la que tituló: “Tres maestros: Balzac, Dickens y Dostoyevski”. Escribió: “Fouché, el genio tenebroso”. Éste fue ministro de la policía en la Francia revolucionaria, con mucho poder; un personaje bastante curioso. Ya estaba olvidado en aquel momento, pero desde entonces, ningún político actual que se precie y que tenga aspiración de gobierno puede ignorar esa biografía porque Fouché es el poder en estado puro. Escribió sobre Sigmund Froid, María Antonieta, María Estuardo, Erasmo de Rotterdam. Escribió la biografía de Magallanes, que tituló “El hombre y su gesta”, la de Paul Verlaine, Nietzsche, Montaigne, Casanova, Stendhal, Tolstoi, Américo Vespucio… Y alguna que otro más.
Stefan Zweig tenía amigos en cinco idiomas. Su agenda personal no tiene desperdicio. Eran amigos suyos: Romain Rolland (con vitola de Nobel), que era el más importante escritor francés de su tiempo; Rainer Maria Rilke, el poeta perfecto, en su opinión; Máximo Gorki, de cuando las ideas revolucionarias eran para cambiar a un mundo mejor; Pirandello, que lo eligió como traductor de su obra al alemán; Auguste Rodin; Arturo Toscanini; Herman Hesse (¡mira, otro Nobel!); Richard Strauss; Sigmund Froid, “el más venerado de mis amigos”, confesaría él ; Salvador Dalí; James Joyce; Gabriela Mistral… Esos y muchos más eran sus amigos.
Conoció a otros muchos personajes que, sin tener la categoría de amigos, se cruzaron en algún momento de su vida: Albert Einstein; Renoir; André Gide me visitó una vez, dice (casualmente otro Nobel); Cosima Wagner; Elisabeth Förster, que es la hermana de Nietzsche; Gustav Mahler“En una ocasión tuve el placer especial y realmente inolvidable de ver a los dos cerebros más agudos, Bernard Shaw y H.G. Wells, dice de cuando vivía en Londres.
Son todos ellos personajes que cita sin presumir; sólo por lo que le aportaron. Él la amistad la ejercía activamente y con devoción. No hay mejor motivo para desplazarse de un país a otro que ir a charlar con un amigo. Y lo mejor del caso es que nos permite acompañarle en sus visitas. Así, asistimos como espectadores al acto de creación de una escultura en el taller de Rodin. O somos testigos de las reflexiones en el proceso de la escritura del “Ulises”, y descubrimos que Joyce es meticuloso y perfeccionista, y gran políglota. O vemos las reflexiones que se hace Gorki respecto al futuro de Rusia. O escuchamos las ideas de Froid y nos preguntamos con él, qué está pasando en Europa, por qué se empeña en autodestruirse…
Stefan Zweig viajó mucho. Fue un hombre universal y no sólo de espíritu y de convicción. La infancia la pasó en Viena, pero luego vivió en Berlín, ciudad en expansión cuando él era joven; vivió en el París de la luz, los artistas y los poetas; vivió en Zúrich, cuando Suiza era un nido de espías y un hervidero de refugiados intelectuales del continente. A Londres se fue, cuando Austria se le hizo irrespirable por el empuje del nazismo. Vivió en el Nueva York de la vorágine y, finalmente, en Brasil. Estuvo además en España y en varios países hispanoamericanos. Viajó en muchas ocasiones a Italia y a Bélgica. Estuvo en Holanda y en Polonia. Viajó por la India y otros países asiáticos. Y asistió en la Unión Soviética a los momentos exultantes de la Revolución. El período de entreguerras lo vivió en Salzburgo, cuando esa ciudad empezaba a convertirse en la capital artística de Europa. Fue, como se ve, un “citoyen du monde”, como él mismo se autodefine.
Gran espectador de su tiempo, además de las ya citadas, conoció y trató a personas influyentes, de esas que cambian el curso de la historia. Por ejemplo trató con Theodor Herlz, que es el padre espiritual del estado de Israel, el que formuló la tesis como solución a la milenaria persecución de los judíos. Y, que como sabemos, luego de su muerte, su propuesta se hizo realidad. Conoció a Rudolf Steiner, padre de la “Antroposofía”. Conoció y fue amigo de Walther Rathenau, un personaje clave en la reconstrucción de Alemania tras la Gran Guerra y luego Ministros de Exteriores en la República de Weimar, cuando tocaba pactar con los demás países. Era de los grandes hombres políticos con altura de miras que estorbaba a los nazis. Era, cuenta Zweig, un… “hombre que habría de dirigir el destino del Imperio alemán en una época trágica y que, once años antes de la subida de Hitler al poder, fue abatido por la primera bala asesina de los nacionalsocialistas”.
Debo a Rathenau el primer estímulo para ir más allá de Europa”, dice Zweig, que, aconsejado por él, se decidió a recorrer Estados Unidos y la India.
En sus viajes por Asia conoció a Karl Haushofer, que iba destinado como agregado militar de Alemania en Japón. A la vuelta mantuvo una franca amistad con él. Investigador en su campo militar, publicó una revista de geopolítica. Erudito de pensamiento universal, era partidario del entendimiento entre los pueblos. Pero tenía un discípulo, Rudolf Hess, que debió entender sus teorías por el lado que no era. Y así fue como a través de él, Hitler, “poco abierto a las ideas ajenas” tergiversó sus teorías para idear su política de expansión y lanzarse a la conquista del mundo.
Stefan Zweig coincidió con Lenin en Zúrich y aunque creo que no lo conoció personalmente, si tuvo estrecha relación con su entorno, gente que lo acompañaría en el tren precintado. Ese acontecimiento él lo cuenta brillantemente en uno de los catorce relatos de su más famoso libro: “Momentos estelares de la humanidad”. Son catorce “miniaturas históricas”. Catorce puntos de inflexión de la Historia que marcan nuevos rumbos. Este en concreto, que titula “El tren sellado”, cuenta cómo en abril de 1917 Lenin, después de una ardua negociación internacional, consigue que le permitan atravesar toda Europa con destino Rusia, en un tren precintado con el objeto de que todos los que le acompañaban dispusieran de inmunidad en el recorrido. Narra el viaje que va desde la humilde morada que acoge a Lenin en Suiza, hasta su llegada a Petrogrado y… “el comienzo de los diez días que cambiaron el mundo”.
En fin, ¿qué si fue interesante la vida de Stefan Zweig? La vida de Zweig fue, ciertamente, muy interesante.
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Pero qué nos cuenta aquí, qué tipo de autobiografía es la que nos presenta. Porque autobiografías las hay de muchos tipos... Cuentan sus memorias personajes con quince minutos de fama por el mero hecho de haber posado en el escaparate, sin saber siquiera juntar cuatro palabras en una frase, teniendo por eso que recurrir a “negros” que se las redacten. Aunque estos libros duran tanto como la espuma de la fama huera.
Hay memorias políticas. Las de aquellos que habiendo pasado por algún cargo de responsabilidad se ven impelidos a contarnos su visión de las cosas considerando que ellos las han visto desde el centro del universo. A veces son mero chismorreo, como las de José Bono que, reconozco, tiene su morbo saber de lo que se hablaba detrás de la cortina. Toda su vida en cargos políticos, a la salida de cada reunión, apuntaba los secretillos que en confidencia le comentaban los otros, y así llegó a juntar diecisiete mil folios. El primero de la colección lo ha titulado “Les voy a contar”…, dicho de forma picarona.
O se escriben con ganas de saldar cuentas, entre el culto al ego y la necesidad de justificarse, como las de José María a Aznar, cuyo título es tan poético como “Memorias I”, como diciendo, ahí va para empezar. Algo parecido ocurre con los tres tomos que lleva ya Alfonso Guerra. Lo que tienen en común todos ellos es que han sido fracasos de ventas, porque sólo atraen a los incondicionales, y de esos sólo a los que gustan de lecturas. No creo que ninguno de estos libros llegue a formar parte del corpus de la historiografía. Siendo parciales y subjetivos, los historiadores no los pueden tener muy en cuenta.
Bien distinto es el caso de “Los cuadernos de Azaña”. Por varios motivos: Primero porque no es un libro. Y por tanto ninguna editorial por medio con ánimo de lucro. Segundo porque son las agudas reflexiones que en forma de diario va tejiendo un “hombre de estado”. Y tercero porque a más de político, Azaña era escritor. Aunque son diarios de primera escritura, sin pasar por el tamiz de la edición, están muy bien escritos. Por todo eso, y porque le tocó pilotar una parte crucial de la historia de España, es un documento valioso. Ningún historiador que se precie que quiera escribir sobre la Segunda República o sobre la Guerra Civil, puede eludir los “Cuadernos de Azaña”. 
Y luego están las memorias literarias. Algunas, sólo se detienen en contar el acto de la creación artística, como las de Stephen King, “Mientras escribo”. He de confesar que yo no he leído ni un solo libro de este autor, ni creo que vaya a hacerlo, porque no me gustan los sustos, y menos la sangre derramada, pero, siguiendo el consejo de nuestro compañero Gabriel de Dato, leí esas memorias con interés.
Y están las de los grandes autores, que como son buenos, les salen grandes piezas literarias. Algunas más poéticas, como “La arboleda perdida”, de Rafael Alberti. Otras, igualmente poéticas, y más comprometidas con su biografía personal, como “Confieso que he vivido”, de Pablo Neruda. Y otras más noveladas como “Vivir para contarla”, de García Márquez. Algunos críticos creen ver en esta obra la misma compleja estructura narrativa que la que utilizó en “Cien años de soledad”, (probablemente la mejor obra en español del siglo XX). En cualquier caso, grandes obras todas ellas, sempiternas, de la literatura universal.
Pues bien, “El Mundo de ayer”, autobiografía de Stefan Zweig, no tiene nada que ver con ninguna de ellas, es de un tipo diferente. Si me he entretenido en comentarlas es por echar aquí un ratillo, para expresar por contraste la diferencia. Y, de paso, para sugerir que éste de las memorias es un tema bien interesante de debate. Podemos verlo con María Zambrano que escribió: “La confesión, género literario”. Y podríamos considerar si las confesiones hay que hacerlas a Dios, como San Agustín, o a los hombres, como Rousseau. El tema da para mucho.
A Stefan Zweig no le mueve ni la vanidad ni el deseo de inmortalizarse. Y mucho menos la búsqueda de unos duros. Es esta una conclusión que sacamos después de haberla leído. Aunque ya lo dice él mismo en el prefacio, en una declaración de intenciones: “Jamás me he dado tanta importancia como para sentir la tentación de contar a otros la historia de mi vida”. 
 ¿Entonces, de qué se trata?... Él mismo nos da la clave. Dice después:
“He sido contemporáneo de las dos guerras más grandes de la humanidad (…) He visto nacer y expandirse ante mis propios ojos las grandes ideologías de masas: el fascismo en Italia, el nacionalsocialismo en Alemania, el bolchevismo en Rusia y, sobre todo, la peor de todas las pestes, el nacionalismo”.
Entonces, de lo que se trata aquí es de contar la biografía de una época, la que él ha vivido a través de sus ojos. Él se sabe escritor, sabe que tiene las claves para describir lo que ha conocido y se siente con la obligación de contarlo. Y como recurso literario utiliza la más directa de las formas de contar: su propia vida. Así, en su autobiografía él no es el punto de atención; él se convierte en el foco que sirve para iluminar lo que ve. Y sabe que para que eso sirva al fin que se propone: dejar testimonio, tiene que ser meticuloso con la objetividad. Escribe después: “Espero cumplir la condición sine qua non de toda descripción fehaciente de una época: la sinceridad y la imparcialidad”.
Y, con respecto a su intención, añade luego: Si con nuestro testimonio logramos transmitir a la próxima generación aunque sea una pavesa de sus cenizas, nuestro esfuerzo no habrá sido del todo en vano.”
Es verdad que con la lectura de este libro nos vamos a enterar del impulso vital de su autor. Y comprobaremos, como hemos visto, que vivió una vida muy interesante. Pero sobre todo, y al mismo tiempo, vamos a conocer, de mano de un testigo, la historia de Europa en la primera mitad del siglo XX.
Cuando pregunté al librero por esta obra, porque no la encontraba en la Z de autores extranjeros, me acompañó a la sección de “Historia”. Y allí estaba el libro. Se había equivocado al clasificarlo, no es un libro de historia, pero no se había equivocado mucho, esa es la verdad.
Para el que no conoce bien la historia de esa época, este libro le va a resultar muy útil; es tremendamente esclarecedor. Pero para el que la conozca, es igualmente útil porque, aun sin las herramientas científicas del historiador, se le va a mostrar una visión cercana de la realidad.
Como no es éste un libro de intriga argumental, creo que os puedo contar el epílogo del relato. Eso os va a permitir tener más conocimiento de causa y, probablemente, lo vais a volar aun más si cabe.
El libro acaba en el comienzo de la Segunda Guerra Mundial, cuando Alemania, en su política de expansión territorial, invade Polonia el día 1 de septiembre de 1939 e Inglaterra le declara la guerra. Cinco años antes,  cuando las cosas empezaron a ponerse mal en Austria por su condición de judío, Zweig decide exilarse en París, que era ciudad que conocía bien y le gustaba mucho. Pero por viajar un poco, se va a pasar unos días en Londres y, entretenido con unos papeles sobre María Estuardo decide escribir su biografía, y allí se quedó ya varios años, del 34 al 40 (y menos mal, porque quedarse en París habría sido una mala idea). Por aquel entonces se convirtió en apátrida, cuando Austria fue invadida por Alemania y dejó de existir como país. Pero con sus nuevos papeles de refugiado se sentía allí bastante seguro. Unos meses antes del comienzo de la guerra, en el verano del 39, cuando el ambiente prebélico se puso enrarecido en Londres, Zweig se marcho a vivir al campo, a la ciudad de Bath. Y en un primer momento, tras la declaración de guerra, pensó en permanecer allí. Pero enseguida se dio cuenta de que además de apátrida, como “alemán” de origen (lo que no deja de ser paradójico), a partir de ese momento, iba a ser considerado en ese país persona “non grata”. Ya no era sólo un extranjero en aquel país, sino un “enemy alien”, un “extranjero enemigo”. Así que, en julio de 1940 decide marchar a Nueva York. No fue una mala decisión, porque tiempo después, la ciudad de Bath fue arrasada por la Luftawffe alemana. En Nueva York vivió un año, pero creo que no muy a gusto. Así que se retira a un pueblo del suburbio, más tranquilo, y se encierra a escribir estas memorias. Escribe los cuatrocientos folios en estado de trance, compulsivamente, en pocas semanas, sin levantar cabeza.
A continuación, una vez que considera que ha cumplido con su deber, decide buscar un sitio tranquilo como retiro. Piensa en Cuba, pero finalmente se instala en Brasil, en Petrópolis, cerca de Río de Janeiro. El sitio es agradable y le gusta. Pero, no obstante, al cabo de unos meses, abatido, se suicida. Era febrero de 1942 y él tenía 60 años.
Unos meses antes, el día de su último cumpleaños, en el noviembre anterior había escrito un poema que tituló “Premonición” y cuyos dos últimos versos dicen:
“Nunca se ama más la vida
que a la sombra de la renuncia”
En Brasil vivía plácidamente con su mujer, con desahogo, en una bonita casa, y con amigos. Dada su condición de judío y teniendo en cuenta lo que pasaba en su país, podría considerarse un privilegiado. Su vida estaba a salvo,… pero su civilización estaba perdida. No era él de los que piensan en singular. Lo que estaba pasando en el mundo le afectaba profundamente. Persona sensible, librepensador, europeísta de corazón, universalista de convicción y profundamente pacifista, los acontecimientos le desbordaban. La esvástica hondeando en la Tour Eiffel, el nazismo se expandía como mancha de aceite. Avanzaba por el norte de África, Oriente Próximo y el sureste asiático. La toma de Singapur por los japoneses acabó de hundirle la moral.
Escribió antes de morir: Saludo a todos mis amigos. Ojalá puedan ver el amanecer después de esta larga noche. Yo, demasiado impaciente, me voy antes de aquí”.
La cosa tiene su toque romántico: su mujer se suicidó con él.
Stefan Zweig se equivocaba en dos cosas: No pensó que pudiera ser aún peor de lo que ya era (se ahorró conocer, mejor para él, la realidad del holocausto). Y se equivocó también en que el nazismo no iba a durar tanto como él pensaba.
Pero su historia personal acababa aquí. Su obra, que fue aniquilada por Hitler y un poco olvidada en las décadas siguientes, ha revivido con auge. Hoy vuelve a ser muy leído y a ser considerado uno de los mejores del siglo.
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Y, por último, en este mi razonamiento, nos preguntamos ¿cómo está escrito?, ¿es buena literatura?
Por mucho que he buscado, no he encontrado ni una mala crítica, ni siquiera tibia, a su estilo, a su forma de escribir. Por el contrario lo que se dice de su prosa es que: Es “elegante, sutil y eficaz”. “De estilo preciso”. Se dice que “tiene sencillez expositiva, elegancia de estilo y lucidez en la observación”. “Es seductor desde la primera línea narrativa”. “Es maestro en la descripción psicológica de sus personajes”. “Escribe con lenguaje sencillo pero muy efectivo”… etcétera, etcétera. Ese es el tenor de todas las críticas que se le hacen.
Yo lo diría de otra manera: La escritura de Stefan Zweig es transparente. Quiero decir que una vez que la lectura te atrapa y te introduce en la narración, la herramienta que te ha llevado hasta allí dejas de percibirla, deja de estorbarte; la olvidas. No te va a interrumpir una frase retórica, una palabra rebuscada en la que tengas que detenerte, una metáfora que te haga pensar, una complicada construcción subordinada. Es, a mi entender, la eficacia al servicio de la narración.
Así, hace poco, con un calor de espanto, embutido en una armadura y cargado con armas y bagaje atravesé el Estrecho de Panamá por selvas y montañas, acompañando con sus hombres a Vasco Núñez de Balboa en pos de la gloria. No había más remedio que conseguirla dando con el mar que llamaría Pacífico e inaugurando la ruta de nuevos descubrimientos, porque era o el patíbulo que le esperaba a su espalda o la inmortalidad. Y pude comprobar, que al tiempo que la grandeza del pionero, se daba también la miseria de un personaje cruel y despiadado.
Y a continuación me helé de frío acompañando en su expedición al capitán Scott para alcanzar los 90º de Latitud Sur. El Polo de la Tierra al que no había llegado nunca nadie. Y descubrí con él que lo malo no era la ida, que lo peor era el regreso. Y lo pasamos mal… Así es la prosa de Stefan Zweig. Él, humildemente, dice que… “Es la época la que pone las imágenes, yo tan sólo me limito a ponerle las palabras”.
Y en otro momento opina: “Me irrita toda facundia, todo lo difuso y vagamente exaltado, lo ambiguo, lo innecesariamente morboso de una novela, de una biografía, de una exposición intelectual (…) Nueve de cada diez libros que caen en mis manos los encuentro sobrecargados de descripciones superfluas, diálogos extensos y figuras secundarias inútiles que les quitan tensión y les restan dinamismo.”… Y, en consecuencia, actuó con su prosa.
Respecto a su propia obra dice que… La parte más importante del proceso creativo es aquella en que elimino todo lo que considero innecesario, pues no lamento que de mil páginas escritas, ochocientas vayan a la papelera.”
Él así lo piensa y nosotros así lo vemos. La escritura de este libro es sencilla y se lee con fluidez, sin interrupciones. Podemos seguir sin dificultad todo aquello que nos cuenta… Aunque en nuestro caso, hispanohablantes, algo tendrá que ver también la labor del traductor que, cuando es buena, pareciera que el autor lo ha escrito en nuestra lengua. Porque… las traducciones no son todas iguales.
A este respecto yo tengo que contar una anécdota: Este libro yo lo leí en el tomo IV de “Memorias y Ensayos”, de sus obras completas, sacado de la noble biblioteca de Antonio Fimia. (Me he reencontrado con el viejo placer de la lectura en papel biblia y letra abigarrada). Es de la editorial Juventud y está editado en 1959. Cuando se me pidió que lo presentara aquí, lo he vuelto a releer en edición moderna y en soporte electrónico (porque permite subrayar y anotar sobre la marcha). Y me he dado cuenta de que, hete aquí, al primero le falta un capítulo, ¡se han cepillado un  capítulo entero! ¿Adivináis cuál?, el que el autor titula “Eros matutinus”. Resulta gracioso, patético, pero gracioso, que se andaran con esas. Es en el que se narra la adolescencia y en el que se explica cómo la juventud de su tiempo solucionaba sus impulsos sexuales. Y he comprobado también que no es lo mismo una traducción que otra.
En fin, hemos visto que la vida del personaje es de interés, que el marco histórico en que se desenvuelve, puesto en primer plano, es un ensayo histórico de primera magnitud. Y que todo eso está magníficamente escrito.
¿Habría que leer este libro? Creo que la conclusión es que sí. Pero yo añadiría algo más. Para decir lo que pienso, los franceses tienen un vocablo muy expresivo: este libro, dirían ellos, es “incontournable”, que no puede ser evitado, que no se puede dejar pasar. Yo lo diré en el castellano de mi pueblo:
Este libro, “El mundo de ayer, memorias de un europeo”,  de Stefan Zweig, es un libro insoslayable.
Aula de Literatura. Alicante, 14 de diciembre de 2015

Ramón Madrigal

10/12/2015.- Presentación realizada por nuestro compañero Juan Padilla hace tiempo:

EL ESCRITOR Y SU TIEMPO
PRESENCIA FEMENINA EN LA OBRA DE  STEFAN ZWEIG

A menudo, la lectura de un relato nos lleva a indagar en la vida de su autor.
En el caso de Stefan Zweig, este ejercicio se convierte en una tarea apasionante dado el tiempo que le tocó vivir, convirtiéndose en espectador interesado y en víctima de los acontecimientos. Es cuando el escritor abandona su oficio creativo y se convierte en cronista de su tiempo. El mismo escribirá: “es la época la que pone las imágenes yo tan solo me limito a ponerle las palabras”. Y su vida será tan rica en episodios de todo tipo que confiesa: “cuando debo hablar de mi vida, maquinalmente pienso “¿Cuál de ellas”?
Volviendo al comienzo: En 1881 nace en Viena, en el seno de una familia judía. Es el mismo año en que nacen Emil Ludwig, Picasso, Juan Ramón Jiménez y Giusseppe Roncalli, el futuro Juan XXIII.
Son los años de una Viena mecida todavía por los valses de los Strauss, la capital del complicado e inestable Imperio Austro-húngaro, donde reinan Francisco-José e Isabel (la mítica Sisí).
En Paris el naturalismo en la novela se llama Emile Zola; en Rusia, muere Dostoievski que el año anterior ha publicado “Los hermanos Karamazov” y en la España de la restauración borbónica aparece “La desheredada”, de D, Benito Pérez Galdós.
Doctorado en filosofía, la obra de Zweig es extensa y muy completa, destacando tanto en la novela como en la biografía. De estas últimas son de señalar, entre otras, María Estuardo, María Antonieta o Fouché, el sorprendente estudio de un personaje insustituible, y donde no se sabe qué admirar más si la erudición del biógrafo o su gran capacidad para profundizar en la semblanza de cada uno de los personajes tratados. Es el renovador del estilo biográfico junto a Emil Ludwig y André Maurois, con los que la biografía vivirá un momento de esplendor. Curiosamente tres biógrafos, tres maestros de origen judío, tres espíritus cosmopolitas que irán más allá de los estrechos límites nacionalistas de la época.
“Carta de una desconocida” es su primera novela corta (o relato largo), aparecida en 1922 en la que, con una gran sensibilidad en la narración de los sentimientos de la mujer, el autor nos cuenta la historia de un amor desgraciado: una joven ama ardiente y desesperadamente sin ser correspondida, y solo en el momento de su muerte dirige una misiva al ser amado. Una historia conmovedora que desborda de sentimientos, y que, como se ha dicho, “llega para quedarse” con el lector. Y si el fin de la historia es irreconciliable con las esperanzas de la mujer, el toque poético del escritor nos lo dará el recuerdo final de aquellas rosas blancas que, cada día de su cumpleaños, recibía el protagonista como gesto de amor de una desconocida, comprendiendo apenas por qué ese año no las recibía. Un recurso literario que dejará en el ánimo del lector la fragante presencia de unas rosas que ya no existen, que ya no estarán presentes en ese último cumpleaños, mientras gravitan las palabras de esa desconocida, como un eco doloroso:

“…de nuevo era yo para ti una aventurera, un ser anónimo, una hora apasionada que se pierde en el humo del olvido sin dejar el menor rastro tras de sí.
Y no será esta la última vez que toma a la mujer para contarnos una historia de este tipo, huyendo de arquetipos morales (Recordemos otra de sus novelas “24 horas de la vida de una mujer”, la historia de una tentación que impulsa a una mujer a abandonarlo todo en pos de un amor loco y que él nos contará en forma de una confidencia entre dos mujeres que se han encontrado en parecidas circunstancias).
Zweig se mueve en estos relatos a niveles de comprensión humana, defendiendo la idea de que todo ser tiene derecho a alcanzar la felicidad, aún a costa de transgredir las normas morales impuestas por una sociedad que debe responder de sus propias transgresiones.
Y no podemos olvidar a otra protagonista, la de “La piedad peligrosa”, la muchacha paralítica enamorada de un joven teniente, en la que se despiertan las pasiones juveniles más insospechadas, magistralmente descritas por nuestro escritor, con un previsible final: la muchacha se suicida al sentirse abandonada y el joven militar, lleno de remordimiento tras haber creado falsas esperanzas en la joven enamorada, se lanza a buscar la muerte durante la PGM, sin conseguirlo.  Será considerado como un héroe por todos y despreciado por sí mismo por su cobardía al abandonarla, no pudiendo soportar las burlas de sus compañeros de armas.
Aparece luego Leoporella, el retrato de una sirviente, un ser primitivo, que llega al asesinato por liberar a su patrono, al que profesa una fidelidad casi animal, de quien piensa está sometido a la voluntad de la esposa, con un final sorprendente.
Y no podemos dejar pasar el relato de Amok, una historia con un trasfondo exótico que, de algún modo, nos recuerda uno de esas narraciones cortas de “Archipiélago de las sirenas”, de Somerset Maugham en los que estudia las consecuencias del clima sobre los europeos:

La esposa de un rico comerciante se presenta un día en el poblado indonesio donde el médico holandés ejerce, aislado desde hace años de todo contacto social con los europeos. Tras muchos rodeos le propone le realice un aborto a cambio de una importante suma de dinero. El retrato psicológico de estos dos personajes es perfecto: por un lado, el de una dama altanera, orgullosa que llega para comprar los servicios del médico sin ni siquiera dejar traslucir su problema, todo lo contrario, intentando enmascararlo; por otro lado, el doctor que se siente humillado por la actitud de la mujer, acabará intentando humillarla a su vez: accedería no a cambio de dinero sino si ella consintiera en ser suya. La dama rehúsa ofendida, acabando en manos de una mujeruca china, desangrándose cuando el doctor acude, conducido por su boy.  Ante el próximo regreso del esposo, ausente varios meses y presa de la angustia por no haber ayudado a aquella mujer cuando lo precisaba, al doctor solamente le quedará el recurso de hacer redactar un certificado de defunción falso para ocultar la verdad. Trastornado, acompañará el féretro hasta Europa. Y en el puerto de Nápoles, en el momento de la descarga, se arrojará sobre el ataúd de plomo, hundiéndose definitivamente con su carga en el mar, evitando así la posterior autopsia.



Amok, que da título al relato, es el virus de la violencia que ataca a los humanos en aquellas latitudes, hasta un final violento y en el que se basa el escritor para justificar el desenlace.
En general, hay en la obra de Zweig verdadera comprensión por la mujer, mostrándose profundamente crítico con aquellos que ofrecen una imagen tópica de ellas. En un momento dado exclamará, tras una estancia en Francia: “Cómo me aleccionaron sus mujeres sobre la imagen criminalmente falsa de la mujer francesa que en nuestro país habíamos sacado de los libros, la imagen de una mujer mundana, lista para correr aventuras…”. Y censurará con acritud a ciertos escritores franceses de la época por identificar interesadamente el “salón” con el mundo, deteniéndose a destacar la conciencia moral de aquellas esposas y madres abnegadas que había conocido.
Tal vez, esta actitud de dar a Cesar lo que es de Cesar sea connatural con su forma de sentir los acontecimientos, inclinándose siempre hacia la parte más débil. Será él mismo el que confiese: “Nunca tomo partido por el héroe, sino que siempre veo la parte trágica del vencido, el que verdaderamente triunfa en el mundo moral “. (haciendo un inciso: Para ser consecuente con esta actitud, elegirá a Erasmo y no a Lutero; a María Estuardo y no a Isabel (220).)
En cuanto a lo que se refiere a la mujer, tanto el escritor como el hombre se escandalizan por el destino reservado a ésta, destinada a la ignorancia de su propio cuerpo y las exigencias para reservarla a un destino incólume en su conservación, pretensiones de una sociedad hipócrita presta a condenar a las transgresoras, olvidando al verdadero causante de todas sus desgracias.  Y reflexionará en el sentido de que si “desde Freud sabemos que quien trata de suprimir sus impulsos naturales en realidad no los suprime, sino que los desplaza peligrosamente al subconsciente” (100), éstos serán, se podría añadir, causa de muchos desequilibrios emocionales y de reservas morales crueles.  Y por este motivo se rebela ante el hecho de que las debilidades humanas sean juzgadas bajo prismas diversos, según sean hombres o mujeres quienes incumplen las normas sociales, en su tentativa de alcanzar la difícil y efímera felicidad que llama a su puerta.

Tal vez, en ocasiones, podamos plantearnos la duda ante esta idea del machismo en toda su extensión y su influencia en la conformación de la sociedad a través de todos los tiempos. André Malraux parece encontrar una respuesta en “La condición humana”. En un breve y cruel dialogo, alguien pregunta:
“- ¿Qué has experimentado la primera vez que has yacido con una mujer?”
“-Orgullo”
¿De ser hombre?
- “De no ser mujer”
El macho dominante emerge aquí de forma brutal.
En otro orden de ideas, de su gran capacidad de observación, nos dejará otro relato: “Conocimiento casual de un oficio”, en el que un recién llegado a la gran ciudad tiene oportunidad de observar las andanzas de un carterista, explicándonos los sentimientos que embargan al personaje. Se ha escrito que “no se conoce al hombre rascando en el individuo”, pero en Zweig hallaremos la posibilidad de aproximación a sus protagonistas, siendo el primero en comprender, como ya se ha dicho, que la realidad no precisa explicación, pero sí la ficción, y de ahí el magnífico análisis que hace de sus personajes, logrando eso que todo gran escritor posee, y que él mismo definía como ese “halo de perfección que nace con naturalidad del sentido mágico de la forma” (78). 
Podríamos preguntarnos cuales fueron los motivos del éxito de este escritor. Los críticos señalaron siempre en la misma dirección:
Stefan Zweig aplicó en sus obras la técnica que había sido una constante en su producción: eliminar todo lo superfluo, “lo ambiguo, lo difuso, lo exaltado”, algo que él mismo nos cuenta en su autobiografía, considerando muchos libros “sobrecargados de descripciones superfluas y figuras secundarias inútiles”.
Hay escritores que tienen una gran capacidad de fabulación; otros son grandes observadores de la realidad que les rodea; muchos más deben luchar contra sus recuerdos que les atormentan y les condicionan. Pocos serán los que la vida les ha permitido tener una visión optimista de la existencia. Nuestro escritor hubo de vivir en una época turbulenta, conociendo las dos grandes conflagraciones mundiales del siglo XX que le hicieron reflexionar profundamente acerca de la condición humana, sumiéndole a menudo en profundas crisis, y viviendo experiencias que luego vertía en sus novelas. Así en “La colección invisible” cuenta la terrible situación por la que pasó la población alemana con la superinflación, que devaluó el marco hasta un trillón de veces, cuando un periódico valía 50.000 marcos por la mañana y 100.000 por la noche. Sin que olvidara en otra obra la crueldad del sistema nazi, como en “El jugador de ajedrez”.
Hombre idealista, planteó siempre la idea del respeto a la vida sin llegar a comprender el odio que se despertaba hacia las gentes de su raza. “Mi madre y mi padre, decía, eran judíos sólo por un accidente de nacimiento”.
Zweig nos ha contado muchas cosas en sus escritos, y lo que quedaba lo dejó para su obra póstuma “El mundo de ayer. - Memorias de un europeo”, en donde toman forma los acontecimientos que le tocó vivir y los grandes personajes que tuvo ocasión de tratar.
Se había convertido en uno de los escritores más populares de su tiempo, aunque no era la fama lo que precisamente le preocupaba. A este respecto y en su último libro, en el capítulo dedicado a Rainer Maria Rilke, recogerá las palabras de este poeta, que la tacha de “enigmático e invisible”, sumido en sus silencios: “La fama, esa suma de todos los malentendidos que se concentran alrededor de un nombre”.
Pero, mundialmente reconocido, había una cosa que no gustaba en la Alemania nazi: los judíos, los negros y el jazz, “un arte degenerado”. En las grandes hogueras nazis arderán las obras de Einstein, de Freud, de Emile Zola, de Stefan Zweig, de Tomas Mann, y el fuego purificará las partituras de Mendelshon, de Malher. E incluso las obras de Ricardo Strauss serán puestas en cuarentena debido a que están basadas en libretos escritos por el propio Zweig.  Aquellas gentes, que hicieron del odio una verdadera religión, no llegaron a comprender que aquellas hogueras solo iluminaban la bajeza de una ideología cuyas sombras se proyectaron por toda Europa, sometiéndola a la peor de las guerras.
Como europeísta convencido, consideraba la guerra como la peor de las tragedias de un continente tan unido por la cultura.  Además, existía un sentimiento antibélico que se venía plasmando desde la aparición de obras como “Adiós a las armas “, de Berta de Sutner, y fomentado por círculos intelectuales. Él mismo mantenía relaciones con escritores de todas las naciones, por encima de lenguas y países: había rusos, escandinavos, franceses, alemanes… La nómina sería interminable: Ranier Maria Rilke, Jules Romains, Georges Duhamel , Romain Rolland, Joyce, Herman Hesse. Gentes de todas las latitudes, compartiendo la idea de la paz salvadora, esperanzados por la posibilidad apuntada por Jaurés de una Internacional de los trabajadores, capaz de detener el conflicto. Pero el sentimiento nacionalista-patriótico actuaba en contra.
Cuando Romain Rolland publica su manifiesto “Au-dessus de la melée”, que inicialmente se tituló “Por encima del odio”, que le valió el premio Nobel, la reacción es fulminante y terrible: Los patriotas clamaron “Lo que se da a la humanidad durante la guerra se le roba a la patria”, sonoros conceptos alejados de toda racionalidad, pero que sirve para fomentar el necesario odio hacia el enemigo.

Y, para terminar:

 Cuando después de la anexión forzosa de Austria al III Reich, y tras un registro de su vivienda de Salzburgo por la policía, toma su decisión. Siempre en busca de ese mundo ideal soñado, en 1939 huye del nazismo, refugiándose en Gran Bretaña.
Con su segunda esposa fue a vivir a Brasil, donde continuó trabajando, alcanzando su obra una gran difusión. Mientras, en la Alemania de Hitler, sus libros eran prohibidos.
Los acontecimientos europeos y las noticias de la guerra produjeron en ellos una enorme inquietud, cayendo en una depresión profunda que condujo al suicidio de la pareja, que intentaba huir así de una realidad que ya sólo les producía una profunda amargura. Y él, que había experimentado tantas contradicciones, mostrándolas y explicándolas en sus obras, se sentía ahora incapaz de aceptar el futuro que presentía.
Con él desaparecía un gran escritor. Mientras, todo ese mundo en el que él vivió y donde desarrolló su genio comenzaba a derrumbarse, definitivamente, arrastrado por la locura de los hombres y el vendaval de la historia.
A nosotros, sus lectores agradecidos, nos legó, además de su obra genial, el mensaje de su confianza profunda en el ser humano y el reconocimiento de ese don maravilloso que éste posee de saber buscar nuevas oportunidades para levantarse y comenzar de nuevo. Algo que en él falló en el último momento.
Tal vez, porque en la soledad que asalta a todo escritor mientras concibe su obra, no quedara ya lugar en el que albergar la esperanza.

JUAN PADILLA COLOMA


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23/10/2015.- Presentación de "La Mujer Rota" de Simone de Beauvoir por Juan Padilla

SIMONE DE BEAUVOIR
Cuando terminé de leer La mujer rota, hube de pensar en los sentimientos despertados en mí por la historia que nos contaba Simone de Beauvoir, una historia reiterativa, insistente, obsesiva, así que después de hacerlo, me propuse hurgar algo más en la vida y obra de la escritora para conocer sus motivaciones.
El sentimiento de la subordinación de la mujer en un mundo a la medida del hombre, y la injusticia que esto representaba, la convirtió en una permanente activista en la lucha por la igualación de los derechos feministas. Uno de sus ensayos más característicos fue sin duda “El segundo sexo”. Y no es difícil adivinar los motivos que le inducen a su publicación. Ya en su prólogo, se apropia – no sin resentimiento- de una cita de  Pitágoras  que no precisa más comentario. Decía el filósofo:  “Existe un principio bueno que ha creado el orden, la luz y el hombre; y un principio malo que ha creado el caos, las tinieblas y la mujer.”
Para una mujer como ella, solamente esto ya es suficiente para construir toda una teoría de “guerra”, iniciando la lucha que reivindique los derechos del sexo débil, según la acepción en boga.
 Como se ha escrito, “El segundo sexo (aparecido en 1949) significó un punto de partida teórico para distintos grupos feministas, y se convirtió en una obra clásica del pensamiento contemporáneo. En él elaboró una historia sobre la condición social de la mujer y analizó las distintas características de la opresión masculina”.
La exclusión de la mujer de muchas de las actividades sociales la relegaba a un plano secundario. Su lucha consistiría en lograr que la mujer alcanzara un nuevo estatus.
Cuando conoció a Jean Paul Sartre, no tardó en reconocer en él el perfil del genio, llevándole su adhesión a las ideas existencialistas. Ambos eran contrarios a la idea burguesa del matrimonio. Sartre propuso la fórmula de su relación: “Entre nosotros, le dijo, se trata de un amor necesario, pero conviene que también conozcamos amores contingentes”. De todos modos ella lo amó y lo aceptó tal como era, aunque también ella viviera sus aventuras. 
Cuando Sartre murió, ella escribió en “La ceremonia del adiós”:“Su muerte nos separa. Mi muerte no nos reunirá. Así es, ya es demasiado hermoso que nuestras vidas hayan podido juntarse durante tanto tiempo”.
 Tiempo después ella murió, fue enterrada junto a Sartre. En su mano llevaba el anillo de plata que le regaló su amante Nelson Algren al despertar de su primera noche de amor.
En 2008 se creó en su honor el Premio Simone de Beauvoir por la Libertad de las Mujeres, más conocido simplemente como Premio Simone de Beauvoir.
Tras esta digresión sobre el personaje, vayamos a la  obre prevista:
LA MUJER ROTA
La lectura de La Mujer Rota, de Simone de Beauvoir, produce un curioso efecto. Por un lado el placer evidente del descubrimiento de un texto excelente; de otro, una cierta sorpresa por su contenido, teniendo en cuenta la actitud vital de la escritora ante los avatares de la vida sentimental y la permisividad pactada con su pareja, reconociéndose el derecho de ambos de vivir en libertad sus “aventuras”.
En la Mujer Rota, Simone nos cuenta la historia de una esposa que tras varios años de casada descubre que hay otra mujer en la vida de su marido, rechazando de plano que ello signifique el fin de su matrimonio y, mucho menos, el fin del sentimiento amoroso que ha presidido, hasta ahora, su relación. Tanto es así que convendrá con el marido infiel continuar viviendo juntos.   Se dice: “Esto no será más que un capricho pasajero, que no dudará”.
A partir de este momento comienza una profunda reflexión sobre las causas que han podido llevar al distanciamiento de la pareja, buscando justificaciones, a veces contradictorias, para hacerle comprender esta nueva situación. Contradicciones que muestra la protagonista y  que vienen siendo uno de los sustratos del existencialismo en su búsqueda del sentido del comportamiento humano y que Kierkegaard  parece brindarle:
 “Debo encontrar una verdad que sea verdadera para mí... la idea por la que pueda vivir o morir”.
 Cuando los humanos se encuentran con un presente infeliz, intentan refugiarse en los recuerdos de un pasado dichoso, aunque éste no sea otra cosa que lo que el propio Chateaubriand denominaba como “el desierto del pasado”. Nuestra protagonista indagará en el para buscar su propia culpa. ”Doy vueltas por el apartamento… He abierto su armario. He mirado sus pijamas, sus camisas…; me he echado a llorar. Que otra pueda acariciar su mejilla…, no lo soporto.” Ahora hay entre ellos una intimidad que solo me pertenecía a mi (139)”. “Tras 20 años de matrimonio, se concede demasiado al silencio. Es peligroso”. 
 Se preguntará si se equivocó al apostar por la carta de la libertad en lugar del de la fidelidad.” Y aceptará el error de la rutina en la vida de la pareja.
 En sus momentos de desesperación, imaginando los encuentros del hombre con la otra, exclamará: ”Me están serrando el corazón con un serrucho de dientes muy agudos” (140), y se repetirá que ella fue generosa con él, pero que dar y recibir son conceptos diferentes, según quien los pronuncie.
Ha querido ser comprensiva para evitar una ruptura. Lo único que no desea. Y confesará: “Desde el comienzo he tratado de vivir su  historia (amorosa)” con él”. Evitará recriminaciones, convirtiendo su actitud en una especie de complicidad con la aventura del hombre, aunque no pueda evitar el dolor que le produce la certidumbre de los momentos que Maurice vive con Noellie, y que él no le quiere ocultar. Tendrá que reconocer que él se viene   mostrando siempre amable y considerado. En un momento dado, cuando ella sospecha que le oculta algo se repite: “miente para no herirme”.
Será inexorable en su análisis cuando se pregunta: “Por qué ya no me quiere? " Y ella misma se responde: “Habría que saber por qué me ha querido”.
¿Quién le ha dicho que el hombre necesita cambios más que la mujer y que la fidelidad de muchos años es ya, en estos tiempos, escasa? Llegará a tranquilizarse pensando: “Seguramente Maurice todavía me quiere: se puede querer a dos personas de diferentes modos”.
Será todo un complejo juego de sentimientos generosos y de rencores ocultos de alguien que se ha sabido amada y que ha amado sin reserva.
Simón de Beauvoir, la intelectual que reivindicó el papel de la mujer con su ensayo “El segundo sexo”, desarrolla en la mujer rota la historia de un personaje con todas sus contradicciones. Un personaje que fluctúa entre la defensa de su dignidad y el profundo sentimiento hacia el hombre que ama, sentimientos que se convierten en un confuso mare magnum, sabiendo que es ella la que sale perdiendo por eso que ella denominará su “avidez afectiva”. Sabiendo que en el juego del amor pierde más quien más ama, dejará escrito: “Lo desolador, cuando uno envejece, no está en las cosas sino en uno mismo”.(47) 
Y para ir terminando, estas breves líneas en las que nuestra protagonista vuelca sus sentimientos:
Todas las noches le llamo; no a él: al otro, al que me amaba. Y me pregunto  si no preferiría que estuviera muerto. Me decía: la muerte es el único mal irreparable; si me dejara, me curaría. La muerte era horrible porque era posible, la ruptura soportable porque no me la imaginaba. Pero de hecho, me digo que si estuviera muerto al menos sabría a quién he perdido y quien soy yo… Mi vida anterior se ha desmoronado enteramente, como durante esos temblores de tierra en que el suelo se devora a sí mismo; se hunde a nuestra espalda a medida que uno huye. No hay retorno. La casa ha desaparecido; y la aldea y todo el valle. Incluso si uno sobrevive, nada queda, ni siquiera el lugar que uno ha ocupado en este mundo”.
Y aquí el lector puede mostrarse sorprendido, confuso, porque entre la expresión de esta pasión humana y las teorías intelectuales expresadas por la propia Simone, parece abrirse una brecha entre sentimiento y racionalidad.
¿Se olvidó del factor humano condicionado por la naturaleza?
Os brindo la frase de Cocteau que podría añadir algo de luz: “Chassez le naturel. Il vous reviendra au galop” (Rechazad lo natural y regresará al galope).
Y sin negar que en lo esencial Simone de Beauvoir tuviera razón en la defensa de la mujer, os dejo a vosotros la respuesta de los interrogantes expuestos.

 JUAN PADILLA COLOMA
  

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