PRIMERA PARTE (Mª Jesús Ortega) La primera impresión que ofrece esta novela de Ernesto Sábato, es la de un monólogo y cúmulo de sentimientos egoístas y obsesivos, que culminan con el derrumbe total del protagonista, Juan Pablo Castel, cuando su amante, María Iribarne, le va mostrando su disconformidad ante su irracional falta de comprensión y sus preguntas “a boca jarro” insistentes e indiscretas. Sus primeras aseveraciones después de hacer su presentación y auto-inculparse, no son lo que parecen: “divagaciones vagas”. Creo que estamos en presencia de una persona muy negativa que solo recuerda lo malo y si fuera licito poner etiquetas o diagnosticar sin el correspondiente título profesional adecuado, creo que Juan Pablo está en posesión de una tremenda neurosis obsesiva, tanto con todo lo negativo de su entorno, que le impide disfrutar de lo bueno, como cuando creé encontrar a la única persona “en el mundo” igual a él, a la que obsesivamente busca. Obsesivamente encuentra y obsesivamente quiere controlar y dominar. Se convierte en un neurótico psicópata, al límite, y, obsesivamente también, la termina matando. Cuando en una de sus discusiones, ella huye de él enfadada, él se refugia en el alcohol y comprende que en su soledad y lejos del ser amado, es igual que los demás, un ser abyecto y egoísta. Eso parece que lo consuela, aunque desprecia a las prostitutas con las que trata de olvidar a su amada, porque comprende por un gesto en una de sus citas, que son personas que fingen amor, y había apreciado en María el mismo gesto. Recrea entonces la idea del suicidio pero al mismo tiempo, logra evitar esa idea.
En su aturdimiento, se queda dormido y en estado depresivo, sueña con una persona que lo ha citado y que no conoce. Acude a la cita y esa persona lo empieza a transformar en pájaro. Grita y llama a sus amigos que no han llegado, hecho que indica la soledad en la que nos encontramos todos, ante hechos trascendentes. Creo que el mago que lo va transformando en pájaro, representa su propio deseo de cambiar su situación de angustia máxima, que le ha llevado hasta querer suicidarse, aunque su grito ante la transformación es su subconsciente pues no quiere dejar de ser él mismo, a pesar del sufrimiento. Su transformación, es una transformación interna y solo la percibe él, no sus amigos, y es un cambio— en su sueño—, en cuerpo y alma que a veces se da cuando nuestra negación a nuestra propia tolerancia hacia los demás, y en este caso, a su amada, le hace surgir el deseo de ser otra persona o cosa, distinta a lo que se es, porque se percibe el problema, no la solución de poder ceder a nuestro propio yo. El protagonista ha tratado, como buen artista, de modelar o pintar, a su adorada a su gusto, pero no percibe que su forma y su necesidad de amar y de amor, es sencillamente distinta a la de María, en la que prima una necesidad de afecto, más respetuosa, ya que a ella le interesa él, pero no su pasado ni la manipulación que solo sirve para afianzar la posesión y el egoísmo. La autoestima, el orgullo, la vanidad, como todo, necesitan una medida. A todas las personas nos suele agradar, vernos halagados por terceros, ya que ello aumenta nuestra seguridad. Cuando encontramos a alguien que alaba nuestra creación artística, literaria o en nuestra profesión, sentimos un agradecimiento que solemos anteponer a los sentimientos que produjeron en nosotros, quienes fueron indiferentes o tiraron nuestro esfuerzo por tierra. A estos, generalmente, los tildamos de “envidiosos”. Ernesto Sábato (1911-2011), nos presenta a unos protagonistas que no son ordinarios. Los dos personajes nos llaman la atención y mantienen nuestro interés porque cada uno de ellos tiene una medida de sus actos y relaciones algo atípica: Juan Pablo al tirar y tirar de la cuerda de María, se rompe a sí mismo. María, que se ha identificado con la joven de la esquina superior del cuadro, pintado por Juan Pablo, que parece añorar o esperar, a alguien o algo perdido o por llegar, se ha equivocado en el destinatario de sus sueños y solo puede escapar de él periódicamente, volviendo por su propia fragilidad, a retomar la relación. Sucede en la vida cotidiana, que todos somos hacedores de nuestra propia novela, y aunque el autor de nuestra particular historia no sea el celebérrimo Ernesto Sábato, sino nosotros mismos, de cómo midamos, va a depender nuestra evolución y posteriormente nuestro resultado. ALICANTE 14/02/2016 Mª Jesús Ortega Torres
PRIMERA PARTE (Mª Jesús Ortega)
ResponderEliminarLa primera impresión que ofrece esta novela de Ernesto Sábato, es la de un monólogo y cúmulo de sentimientos egoístas y obsesivos, que culminan con el derrumbe total del protagonista, Juan Pablo Castel, cuando su amante, María Iribarne, le va mostrando su disconformidad ante su irracional falta de comprensión y sus preguntas “a boca jarro” insistentes e indiscretas.
Sus primeras aseveraciones después de hacer su presentación y auto-inculparse, no son lo que parecen: “divagaciones vagas”. Creo que estamos en presencia de una persona muy negativa que solo recuerda lo malo y si fuera licito poner etiquetas o diagnosticar sin el correspondiente título profesional adecuado, creo que Juan Pablo está en posesión de una tremenda neurosis obsesiva, tanto con todo lo negativo de su entorno, que le impide disfrutar de lo bueno, como cuando creé encontrar a la única persona “en el mundo” igual a él, a la que obsesivamente busca. Obsesivamente encuentra y obsesivamente quiere controlar y dominar. Se convierte en un neurótico psicópata, al límite, y, obsesivamente también, la termina matando.
Cuando en una de sus discusiones, ella huye de él enfadada, él se refugia en el alcohol y comprende que en su soledad y lejos del ser amado, es igual que los demás, un ser abyecto y egoísta. Eso parece que lo consuela, aunque desprecia a las prostitutas con las que trata de olvidar a su amada, porque comprende por un gesto en una de sus citas, que son personas que fingen amor, y había apreciado en María el mismo gesto. Recrea entonces la idea del suicidio pero al mismo tiempo, logra evitar esa idea.
SEGUNDA PARTE (Mª Jesús Ortega)
ResponderEliminarEn su aturdimiento, se queda dormido y en estado depresivo, sueña con una persona que lo ha citado y que no conoce. Acude a la cita y esa persona lo empieza a transformar en pájaro. Grita y llama a sus amigos que no han llegado, hecho que indica la soledad en la que nos encontramos todos, ante hechos trascendentes. Creo que el mago que lo va transformando en pájaro, representa su propio deseo de cambiar su situación de angustia máxima, que le ha llevado hasta querer suicidarse, aunque su grito ante la transformación es su subconsciente pues no quiere dejar de ser él mismo, a pesar del sufrimiento.
Su transformación, es una transformación interna y solo la percibe él, no sus amigos, y es un cambio— en su sueño—, en cuerpo y alma que a veces se da cuando nuestra negación a nuestra propia tolerancia hacia los demás, y en este caso, a su amada, le hace surgir el deseo de ser otra persona o cosa, distinta a lo que se es, porque se percibe el problema, no la solución de poder ceder a nuestro propio yo.
El protagonista ha tratado, como buen artista, de modelar o pintar, a su adorada a su gusto, pero no percibe que su forma y su necesidad de amar y de amor, es sencillamente distinta a la de María, en la que prima una necesidad de afecto, más respetuosa, ya que a ella le interesa él, pero no su pasado ni la manipulación que solo sirve para afianzar la posesión y el egoísmo.
La autoestima, el orgullo, la vanidad, como todo, necesitan una medida.
A todas las personas nos suele agradar, vernos halagados por terceros, ya que ello aumenta nuestra seguridad. Cuando encontramos a alguien que alaba nuestra creación artística, literaria o en nuestra profesión, sentimos un agradecimiento que solemos anteponer a los sentimientos que produjeron en nosotros, quienes fueron indiferentes o tiraron nuestro esfuerzo por tierra. A estos, generalmente, los tildamos de “envidiosos”.
Ernesto Sábato (1911-2011), nos presenta a unos protagonistas que no son ordinarios. Los dos personajes nos llaman la atención y mantienen nuestro interés porque cada uno de ellos tiene una medida de sus actos y relaciones algo atípica: Juan Pablo al tirar y tirar de la cuerda de María, se rompe a sí mismo. María, que se ha identificado con la joven de la esquina superior del cuadro, pintado por Juan Pablo, que parece añorar o esperar, a alguien o algo perdido o por llegar, se ha equivocado en el destinatario de sus sueños y solo puede escapar de él periódicamente, volviendo por su propia fragilidad, a retomar la relación.
Sucede en la vida cotidiana, que todos somos hacedores de nuestra propia novela, y aunque el autor de nuestra particular historia no sea el celebérrimo Ernesto Sábato, sino nosotros mismos, de cómo midamos, va a depender nuestra evolución y posteriormente nuestro resultado.
ALICANTE 14/02/2016
Mª Jesús Ortega Torres